Sus Majestades de Oriente ya estarán de vuelta al oriente de las fábulas y de la seda. El tiempo corre aprisa y no concede prórrogas ... ni se suspende en los minutos de la magia y de la fantasía. 2021 ya camina por su decimoprimer día, donde quedan los ropajes rotos de un extraño fantasma llamado Filomena. A perro flaco todo parecen ser pulgas, incluidas las que ha traído este espectro que en unas pocas horas decidió desnudarse de toneladas de nieve. Una vez más se ha puesto en evidencia la falta de organización, los pocos recursos, el cada uno a su bola. Una vez más ese frío flemático –tardo, impasible- con el que se nos viene castigando, desde antes y después del bicho. Pero no debería escribir mi primera columna Gaceta del nuevo año con tanta inclemencia. Mejor quedarme en esa tarde de Reyes Magos en Salamanca, a los que recibí desde el televisor, entusiasmada. Una gala con aires salmantinos que no debería pasar desapercibida. Alfonso Mendiguchía y Guadalupe Lancho dentro de un exquisito guión que la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes supo producir con la profesionalidad y el rigor de los grandes, grandes. Nada que ver con esas galas rancias, tan al uso y repetidas, de los fines de año de oropel cutre, cateto y chabacano. Así se lo hice saber a los responsables de la Fundación municipal en cuanto terminó el programa. Cuando algo es bueno, bueno, hay que felicitarlo. Me recordó a uno de los maravillosos espectáculos culturales del High Line de Nueva York, donde el arte, la música y la cultura alcanzan un aire alternativo envidiable. Me recordó también que la Cultura, con mayúsculas, habrá de volver a llevar a lo más alto a nuestra ciudad, sin magia potagia, y por propio derecho. Me recordó que Salamanca y su provincia no puede rendirse al olvido. Por mucho que las pocas jijas de nuestros representantes políticos nos inviten a ello; por mucho que el geográfico oeste siga siendo un runrún pobre en nuestros oídos; por mucho que advirtamos que las encinas y ganados de nuestro Campo Charro no se defienden en Bruselas como una fortuna de tréboles. ¡Feliz y próspero 2021, mi querida Salamanca! ¡De otro modo no sería merecedora de habitar tu casa!
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