Cuando presidía, las progres gritaban “¡Felipe, capullo, queremos un hijo tuyo!”. Ahora muchos pedimos que vuelva, con Guerra o sin él. Se lo reconoció a ... Expósito el lunes en la COPE. ¿Porqué? Dos simples razones: Una, porque es un socialdemócrata al estilo europeo, desde que, en un lejano Congreso del PSOE, gritó “¡hay que ser socialista antes que marxista!”. La otra, para echar a su desleal hijastro Pedro Sánchez, antes de que acabe con España (Supongo que la misma que Aznar dice que, “es una nación plural, pero una, no son 17, ni 5, ni 4, ni 3, ni es un estado plurinacional, ni un estado multinivel, ni, con perdón, ni la madre que los parió”).
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Felipe declaró también que, con 17 partidos en el Congreso, no se puede gobernar. Su infiel sucesor, ha demostrado que a base de caradura y traiciones se puede. “Tragabuches” se comió una cría de jumento, un buche, de una sentada. Es posible gobernar lo ingobernable ciscándose en la propia palabra (Sánchez padece diarrea crónica); pactando con los discípulos de Marx (descartado en el PSOE decente); metiendo podemitas con calzador en el Consejo de Ministros (insólito en Europa); intercambiando su colchón de Moncloa por cesiones a legatarios de etarras (mientras siguen justificando con homenajes a los autores, cómplices o encubridores de 850 asesinatos); cediendo ante separatistas catalanes (condenados judicialmente por alzarse contra España); y hasta con Teruel existe. Ni Frankenstein se hizo con tantos retales. Llamar así a nuestro gobierno es piadoso. Parece más un perro callejero sieteleches.
Sánchez se atreve con todo. La última, servirse de abogados del Estado - desleales con el idem -, para dictaminar que la orden del Juez Llarena para traer a España a Puigdemont, no está “en vigor”. Quiere hacernos creer, que la orden está caducada como un yogurt (dirá : Puchi, tu tranquilo, no vengas aquí a joder el invento, sigue viajando tranquilo las Europas, que te digo yo que no hay orden que valga). Hay que ser un esbirro para firmar ese dictamen. No se sometió al gobierno el Abogado del Estado Edmundo Val, porque sostenía que el delito de los separatistas catalanes fue una rebelión de libro. Le cesaron fulminantemente y es portavoz de Ciudadanos. Pusieron en su lugar a otra miembra del antaño prestigioso cuerpo, Rosa María Seoane, que defendiera la condición de meros sediciosos. Ahora se trata de que otro colega califique como prescrita la orden internacional de detención. Ay, si el Abogado del Estado Antonio Estella levantara la cabeza...
Vimos que Felipe González, 79 tacos, tiene el pelo blanco y la cara descolgada, pero está mentalmente en forma. El presidente del país mas poderoso de la tierra, le saca cinco tacos de calendario y está algo gagá. No se trata de que vuelva para sacar 202 diputados, sino para recordar a sus correligionarios socialdemócratas que con el comunismo y el separatismo ni de aquí a la esquina; que Sánchez tiene menos porvenir que Koeman en el Barça; y que como ha traicionado al PSOE y a su patria, hay que echarlo otra vez de secretario general de lo que fue un partido y ahora es una partida de... (ponga el lector lo que quiera).
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Uno prefiere de presidente al líder del PP, que aún no ha fra-Casado. Ensanchando la base, como proclaman en su Convención, desde los menos fanáticos de Vox, hasta los cabreados del sanchismo. Me suena a reinventar la UCD, que en la transición integró demócrata-cristianos, liberales y social-demócratas. Si no echamos pronto a Sánchez, la derecha tendrá que tapar sus profundos agujeros. “Es nuestro sino”, ha dicho Rajoy (El de Manolete se llamaba Lupe, como escribió la charra Carmen Esteban). Y prefiero no hablar de la fuerza del sino del Duque de Rivas, porque es un dramón en el que muere hasta el apuntador. ¡Váyase, Sr. Sánchez!
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