Siempre he oído esa expresión. Eso de que los experimentos hay que hacerlos con gaseosa, por aquello de que es algo con poco valor y, ... si la cosa sale mal, que los experimentos pueden salir mal, pues tampoco se pierde tanto. De hecho sólo conozco una persona que tome la gaseosa sola, todos los demás la tomamos bien con cerveza, bien con vino (uno de los síntomas de que el calor va llegando es que podemos ver gente tomando tinto de verano en las terrazas).
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Esto sería lo lógico, lo que haríamos todos. ¿Todos? No, todos menos uno. Porque hay uno que cuando se pone a experimentar tiene más peligro que el profesor Bacterio (y es curioso, porque por físico tiende más a Mortadelo, sin gafas, eso sí). Hay uno que parece un presentador de circo antiguo, empeñado en lanzarnos al más difícil todavía. Cuando las cosas se tuercen, Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol, llega para ponerlo todo un poco peor.
Lo del pasado Mundial fue de traca. Ahora me enfado, no respiro y como no me han rendido pleitesía, mando a la calle a Lopetegui dos días antes de debutar. Total, no pasa nada, teníamos a Hierro, aunque quizá de lo que el “presi” no se dio cuenta es que, a pesar de llevar ese apellido, no era el hombre de ese metal. Quizá Fernando debió dejárselo claro diciéndole que “no soy un Superman” (cántese al estilo Bustamante). Y no fue un Superman.
Bien, de vuelta en casa, borrón y cuenta nueva. Cambio de seleccionador, cambio de etapa, cambio de jugadores. Lucho se sube al andamio (nunca mejor dicho) y se convierte en el nuevo líder de la Roja. Pero la vida te da sorpresas, o en este caso más bien te pone zancadillas, y al pobre de Luis Enrique le ha jugado una mala pasada (sea cual sea el problema familiar, espero se solucione pronto) y le ha obligado a apartarse del cargo de seleccionador.
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Ok, ahora viene Rubiales y soluciona el problema. Vamos, es lo que queríamos creer. No. ¿Qué ha hecho Rubiales? Nada. Pero nada de nada. Deja en el cargo al que era el segundo de a bordo, sin experiencia como entrenador, ni como jugador y cuyo punto fuerte de currículum ha sido estar bajo las faldas de Luis Enrique. ¿Los experimentos no se hacían con gaseosa? La cosa pinta mal.
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