Hace no mucho mi amigo Roberto se casó. Lo hizo con otra amiga, Nuria. Roberto dice que nunca me perdonará que le buscase un primer ... trabajillo en la tele al poco de acabar la carrera y truncara sus planes de doctorado, investigación y docencia. Gracias a eso, un día le presenté a Nuria y... en fin.

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Roberto y yo no nos parecemos mucho, aunque quizá con el paso del tiempo ya no llame tanto la atención. Hace años, sus padres vinieron de visita desde León y le dijeron: “Parece mentira que seáis tan amigos con lo distintos que sois”. Para mí, lo más insufrible es su odiosa manía de escribir con bic negro, cuando yo soy del azul a muerte. Cosas así.

El día de su boda, en la cena, Roberto y Nuria fueron hasta mi sitio en la mesa asignada y me regalaron tres cuadernos de preciosa tapa granate. Como resulta que Roberto es de guardar cosas (yo lo tiro todo), en uno de ellos venía pegada una práctica mía de tercero de Periodismo, Géneros de Opinión (¡10 de octubre de 2000! 8:30 de la mañana, por cierto) que yo airadamente había titulado “El bioetanol da en el clavo”. Tal vez lo recuerden. No mi artículo nonnatus, sino el lío aquel cuando se cerraron varias plantas de molturación de remolacha y se “subastó” a cambio una planta de alcohol vegetal que acabó por caer en Babilafuente.

El caso es que, entonces, León y Salamanca anduvieron a la gresca. Se quejaba aquel estudiante que fui: “El culebrón del bioetanol vuelve a descubrir el nulo sentido de comunidad de castellanos y leoneses (...) pregunten a un leonés si ve como un triunfo para su tierra que la planta se instale en Salamanca en vez de en Galicia”.

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Para el madrugón, estuve lúcido, y 22 años después la actualidad insiste. ¿La Agencia Estatal de Salud Pública? La quieren León y Salamanca. ¿La Agencia Estatal de Inteligencia Artificial? Se la piden Segovia y Salamanca. Como en el 2000, otra vez.

Nada se lee en clave de comunidad. Intereses a corto plazo y la voracidad centralista (Valladolid o Madrid, según los casos) ayudan en poco y, por encima de todo, el sometimiento de representantes mediocres a los dictados de sus ejecutivas.

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En breve el PSOE insistirá en el absurdo de abrir facultades de Medicina como quien abre tiendas de todo a un euro. Y algún profesor de la USAL votará a favor, porque es lo que toca. Como han tocado a lo largo de los años tantos y tantos trágalas (hace no mucho, desde la bancada popular a un salmantino le tocó defender que no era el momento de hablar de la excavación en el castillo de Cerralbo comprometida en 2014, por ejemplo).

Al final, Castilla y León se ve como esa cosa siniestra que solo quita y así parece imposible prosperar. Casi 40 años en este invento y nadie quiere mirar más allá de su parcelita. Igual no es fácil, pero tampoco tan difícil. Yo casi he perdonado a Roberto su manía del bic negro.

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