CIRCUNSCRIBIENDO a Salamanca el estado de terror que sembró ETA en nuestras vidas hasta hace cuatro días, y cuyas consecuencias aún sufrimos TODOS -no sólo ... las víctimas directas-, los atentados contra el coronel Heredero y el comandante Aliste no existieron; para esta democracia de pandereta tomada al asalto por políticos descerebrados e impúdicos, el terrorismo “etarra” fue una tormenta que se desvaneció en el mar. Para esta España indolente y cafre, el cese de la violencia de ETA fue una buena noticia “laboral”: se acabó el “coñazo”, que diría Rajoy, de ir a funerales con caras afligidas; se acabó el aplaudir a los muertos (hay que ser muy cínico e imbécil para aplaudir a los muertos, a los que sólo habría que llorar y hacerles justicia). Estamos, nos dicen, en paz. Franco No. ETA sí. Franco Asesino. Otegui hombre de paz. Y mil muertos criando malvas con la espada de la duda sobre sus tumbas, que para eso España es un país profundamente ignorante y olvidadizo: algo habrían hecho para merecerse un tiro en la nuca. Algo habrían hecho sus esposas, sus maridos, sus hijos, sus nietos, sus amigos... Algo habríamos hecho todos para merecernos aquello... y esto: tragar con un Gobierno sostenido por terroristas, por un Parlamento, que se supone la soberanía nacional, en el que se sienta la escoria terrorista y decide por todos nosotros. A esto hemos llegado mientras nos apisonaban el cerebro con partidos de fútbol y “salvamés”.

Publicidad

Y ruego disculpen mi acritud, pero el dolor causado por el terrorismo en España, un dolor totalmente gratuito y salvaje, no tiene ni mi olvido ni mi perdón, pues ETA, recuerdo aquí, sigue viva: ni entregó la armas ni se disolvió. Y defender su causa, no es libertad de expresión, es complicidad con los asesinos, la que mantiene para su interés personal el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y los millones de ciudadanos españoles -y no digamos los vascos- que han hecho del silencio y del mirar para otro lado su “zona de confort”.

Un país democrático bajo ningún concepto debería estar trapicheando con terroristas por unos Presupuestos. Mantenerse en el poder no puede pagarse con cualquier moneda, por mucho que Sánchez o los “maricomplejines” profesionales del PP piensen que sí. Contra el Estado de terror con el que nos están haciendo comulgar, Estado de Derecho ¡¡ya!!

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad