Es una auténtica vergüenza que al presidente del Gobierno de España, el socialista Pedro Sánchez, se le ocurra hablar de la España vaciada y tenga ... a Salamanca sin trenes competitivos para que esa periferia, de la que solo se acuerda cuando llegan las elecciones y necesita los votos, tenga oportunidades de desarrollo, como la tienen otras partes del país que, seguramente desde el punto electoral suponen mayor rédito para sus intereses.

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Desde que Pedro Sánchez nos desconfinó, allá por 2020, Salamanca ha tenido solo dos “Alvia” a Madrid. Ayer se recuperó, después de mucho suplicar, el tercer servicio con la capital de España. Mientras otras provincias recuperaron con agilidad las frecuencias, al PSOE de Sánchez le interesa más bien poco Salamanca. Tiene pocos votos que rascar y somos demasiado sumisos con el poder establecido. No somos ni los golpistas catalanes ni los independentistas vascos ni los socios comunistas gubernamentales. No pintamos nada.

Todas las instituciones salmantinas, políticas y económicas, asociaciones de vecinos y distintos colectivos sociales encabezados por el alcalde de la ciudad, Carlos García Carbayo, se unieron ayer para clamar contra el olvido del Gobierno, para que restablezca la cuarta frecuencia, pedir una quinta y además, para que los precios sean lo suficientemente atractivos como para que los turistas quieran elegir Salamanca frente a otras provincias muchos más desarrolladas, mejor promocionadas a lo largo del tiempo, pero no más bonitas ni con mejor gastronomía que Salamanca.

Esta es una provincia que vive fundamentalmente del turismo y de la Universidad y para que resulte atractiva y competitiva necesita de buenas comunicaciones de las que hoy carecemos.

La versión del Gobierno es que no hay demanda. ¿Cómo va a haber demanda si solo había una frecuencia de ida y otra de vuelta primero y después dos? Por no hablar de los precios. Determinados servicios te pueden salir por 90 euros ida y vuelta. ¿Qué bolsillo puede permitirse semejante lujo?

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Sin embargo, ciudades que no necesitan del “premio” de trenes buenos, disfrutan además de los de bajo coste. Por ejemplo, viajar a Valencia te puede salir por 7 euros el trayecto o como mucho 29 o puedes disfrutar de Barcelona por 9 euros.

Es lógico y razonable que cualquier turista, si dispone de un día, dos o tres para disfrutar de una ciudad, se incline por cualquiera de las que están bien comunicadas con Madrid y a precios razonables. No está el bolsillo de los españoles para hacer grandes dispendios con la inflación al 10 por ciento.

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Estoy de acuerdo con el nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que va a presentar un proyecto a este Gobierno de incapaces y despilfarradores de cuestiones innecesarias -no hace falta más que echar un vistazo a la cantidad de ministerios superfluos y ministros inútiles- para que baje los impuestos, que es a lo que se comprometió con los presidentes autonómicos cuando los llevó a La Palma el pasado 13 de marzo.

Con la luz disparada, la gasolina por las nubes y los precios al alza y sin visos de frenarse, el Gobierno tiene que hacer algo porque muchos ciudadanos tienen dificultades para llegar a fin de mes. Si a toda la negativa situación económica, ante la que el presidente Sánchez prefiere cerrar los ojos y mirar para otro lado, le añadimos las trabas que desde el Gobierno se ponen a las ciudades de la España vaciada, entonces dentro de poco lo que conseguirá el PSOE de Sánchez es colgar el cartel de “cerrado”, en lugar de “lleno”.

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Me pasa como al gallego Alberto Núñez Feijóo, que dudo mucho de la sensibilidad de este Gobierno sanchista, que no escatima en lo innecesario y es cicatero con lo importante.

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