Dudo que los lectores puedan situar con precisión en el mapa la región alemana de Renania del Norte-Westfalia, tierra de llanuras inundables y sauerbraten. ... No se lo reprocho. Los lectores de periódicos de Wuppertal tampoco suelen ubicar Segovia y es igualmente comprensible. Para el caso que nos ocupa, basta con que se hagan a la idea de que la capital de esta región, Düsseldorf, está a casi siete horas en coche de Múnich, en Baviera, que es a donde viajó ayer todo el gobierno regional para llevar a cabo un encuentro institucional.

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Les explico: dos gobiernos regionales celebran un gabinete de ministros conjunto, en torno a una mesa de dimensiones similares a las de esa que Putin utiliza para recibir a sus visitas oficiales. En el orden del día, siete asuntos principales sobre los que debaten, para ver qué pueden hacer conjuntamente por la solución: desde la escasez crónica de trabajadores cualificados hasta el asunto de la inteligencia artificial, pasando por la protección civil y la reforma hospitalaria.

En algunos de ellos lleva la delantera en la gestión Baviera y en otros RNW, lo que da lugar a una puesta en común de la que ambos pueden aprender del otro y da pie a colaboraciones intergubernamentales. Cuatro ojos ven más que dos y sumar fuerzas siempre renta. Al final del día, quedó cerrado un acuerdo conjunto para estudiar los efectos de la inteligencia artificial en varias áreas regionales sensibles, que resultará más barato pagado a medias, y se celebró una rueda de prensa conjunta en la que han puesto verde al canciller Olaf Scholz y han ejercido una presión sobre el gobierno federal de Berlín mucho mayor que la que pueden ejercer por separado, sobre todo en materia de refugiados, un problema que desborda a sus administraciones.

Y yo no pude ayer evitar pensar que me gustaría que en España se realizasen encuentros similares, en los que las comunidades autónomas dejen de trabajar como compartimentos estancos o, peor aún, enfrentadas unas a otras. Puntualmente hay acercamientos, como el de País Vasco, Galicia, Asturias y Cantabria para reclamar la “macrorregión atlántica”, pero para de contar. Y manteniendo a las regiones aisladas, lidiando a solas con sus problemas y en competición unas con otras, el gobierno de Madrid las domina más a su antojo. Llámenme loca, pero a mí me gustaría ver a los gobiernos regionales de Castilla y León y Galicia planificando juntos la lucha contra los incendios del próximo verano, a los de Valladolid y a los de Mérida poniendo en común sus políticas contra la despoblación, a Mañueco y a García Page hablando con toda su rehala de ministros buscando políticas comunes contra la sequía. ¿Acaso no compartimos los mismos problemas? Puede ser una quimera, en este condenado país de la partitocracia, pero también puede ser una de las muchas otras formas posibles de hacer gobierno.

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