El domingo me sorprendió que Joaquín Leguina titulara su columna como yo la víspera: Marroquinerías. La entradilla era la transcripción de lo que marroquinería significa ... para el Diccionario de la Real Academia: “Manufactura de artículos de piel...”. La cuestión es que el excelente columnista de LA GACETA no se refería después a tal concepto, aunque tratara de la crisis provocada por los marroquíes en la española Ceuta. Lizarra me advirtió, “eso va por usted, don Estella”. Supuse que, efectivamente, se trataba de una alusión a mi título y su aparente sinrazón. Ocurre que Leguina no advirtió la procedencia de la palabra que -dada su importancia-, es lo primero que siempre destaca el DRAE. “Marroquinería: de marroquín”. Consultado ese adjetivo, el diccionario dice escuetamente: “marroquí”. Y en esa voz señala: “1. Natural de Marruecos, país de África”; 2. Perteneciente o relativo a Marruecos o a los marroquíes; 3. Tafilete”. ¿Aclarado?

Publicidad

Ocurre también que el firmante evocó la importante tradición salmantina de oficios en torno al cuero, heredada sin duda de los árabes hasta la Reconquista, y de los moriscos hasta su expulsión. Y es que los charros necesitaban muchas cosas de piel: el cinto o pretina, la faja llamada “media vaca”, pellica, zajones, botos, polainas o andalias, guantes, la canana, la funda de la escopeta, los arreos o arneses para sus caballerías, sillas y albardas que se custodiaban en el guadarnés, etc.

Salamanca tuvo (tiene) una importante cabaña de donde obtener las pieles, curtidores para que las trataran, y excelentes guarnicioneros y talabarteros, que manufacturaban muchos géneros de lo que aquí se llama “material”. No es extraño que dieran nombre a un pabellón de la Plaza Mayor, el de “pretineros”; a la Ribera de “curtidores”; al barrio de “Tenerías”. La tradición existe también en Ciudad Rodrigo y algunos pueblos que tienen una calle llamada de las tenerías. Ziqui (qepd.), de Carrascal del Obispo, calzó e hizo zajones a la mitad de la España taurina, incluidas las figuras. Mangas (jubilado), fue un buen maestro guarnicionero. La marroquinería siempre ha tenido en el centro de la ciudad excelentes comercios. Pero no sigo porque manejando datos me dejaría en cueros -aquí decimos en “coripatos”-, esa enciclopedia que colabora con LA GACETA, mi sabio amigo José María Hernández.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad