Termina una semana de mociones y emociones por encima de nuestras posibilidades y con firma de mujer. Para eso comenzó con el 8-M, sus ... homenajes y el regreso a las pantallas de nuestra Carme Chaparro con un programa femenino y el cierre de su trilogía negra “No soy un monstruo”, que es lo que dijo Isabel Díaz Ayuso, veraneante ocasional en Candelario, al convocar elecciones en Madrid: “lo hago por el bien de Madrid y de España”, pero también por si acaso lo de Murcia llegaba al Manzanares. Para entonces, ya estábamos sacudidos por el asunto de la moción de censura por racismo a Buckingham Palace, tanto que este fin de semana la famosa entrevista a los royals de Oprah Winfrey ha llegado a las televisiones nacionales. También los “Goya” de este año y los escándalos posteriores fueron los de mayor protagonismo femenino, y eso que Bibiana Fernández y Loles León estaban en La Alberca. Y, por si fuera poco, Sara Carbonero, una de las mujeres de aquel Mundial de Fútbol –la otra fue Shakira—que ganó con Vicente del Bosque al frente, se separa de Íker Casillas, algo que nos duele a todos porque habíamos empatizado con una pareja que no pudo reprimir más ante las cámaras su escondido amor tras la victoria futbolística y se dieron un beso de película, y han pasado malos momentos estos últimos meses. Algunos nos confesamos conmocionados por esta moción de censura a su convivencia.
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La España de esta semana se ha parecido a “La isla de las tentaciones”, reality en el que las traiciones, infidelidades y mociones de censura a las parejas propias y ajenas son la salsa. Ahí está, sin ir más lejos, el lamento de Teodoro García Egea confesando al político salmantino Julián Barrera que Alfonso Fernández Mañueco no le quiere. De pequeños decíamos no me “ajunta”. Una confesión que hace que nos preguntemos quién quiere más o menos a quién. Por ejemplo: ¿Quiere Pablo Casado a Mañueco? ¿Y Mañueco al “ciudadano” Francisco Igea, le quiere o, simplemente, le sufre? Hasta ahora, los políticos han hablado mucho de los demás, casi siempre mal, y ha llegado el momento de que lo hagan también de ellos mismos. Aunque cueste. Nuestra Charo López lo está haciendo con Chema de la Peña para un documental sobre ella, que el realizador salmantino ha titulado “Me cuesta hablar de mí”. Promete emociones fuertes ese paseo por sus rincones salmantinos tan llenos de recuerdos y fantasmas para la actriz, calles por las que también navega el olvido, que así, “Donde navega el olvido”, ha titulado el sevillano Fernando de Artacho su nueva novela, protagonizada por dos señoritos andaluces que vienen a estudiar a Salamanca, donde el sello andaluz lo tenían la Casa de las Conchas, por su antigua propiedad, y esa Hermandad de la Dominicana, tan sureña, que este año no veremos salvo en la procesión estática que se inaugura en el Palacio de Congresos esta semana. Una procesión estática es una moción de censura a la parte callejera de la Semana Santa, pero este año es lo que hay. Puede que algún día la Pasión, como manifestación pública, sea asunto de museos. Como ese Museo Internacional de la Semana Santa que podría estar en Salamanca, y donde espero hagan hueco al hornazo, gloria local y golosina que el Ayuntamiento salmantino, libre de mociones de censura y de los vientos de mudanza, se ha comprometido a defender.
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