A LAS puertas de que sones e inciensos conquisten de nuevo las calles de Castilla y León anda el PP envuelto en su particular penitencia, ... la de tener que negociar con quien no negocia: VOX. Desde el 13 de febrero, peregrina Alfonso Fernández Mañueco de estación en estación en un Vía Crucis esculpido con mano dura desde el despacho de Santiago Abascal, que maneja su formación con una disciplina militar impropia de alguien que no ha pisado la garita de las guardias.
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Pasamos de los cien días de la convocatoria electoral y nada se mueve si Abascal, a lomos de su Babieca, no aprieta el botón, y solo lo hace para dilatar los plazos e incrementar la presión al PP, a punto de reventar por alguna costura de tanto tragar y callar. Buen ejemplo es que Mañueco se vaya a pasar este fin de semana en Sevilla dando explicaciones y complicando la vida a un Feijóo que pronto va a parafrasear a Rajoy y su famoso ‘ese partido del que usted me habla’.
No hay prisas para VOX, que se desentiende de una situación económica que exige a gritos medidas y soluciones por parte del gobierno regional. Aquí solo importa ganar en la negociación y que todo el mundo sepa quién se cuelga las medallas. Testosterona política. Y buena muestra de ello es la nueva lista de exigencias que los Garcia-Gallardo&CO han puesto encima del tablero... ‘la carta de los Reyes Magos’ la llaman con retranca en el PP, conscientes de que es imposible ceder en todo, otra vez. Entregaron la presidencia de las Cortes a cambio de allanar el acuerdo programático pero hasta en eso le están buscando las vueltas los nuevos socios de coalición.
Y así vamos arrancando las hojas del calendario en una Castilla y León descolocada ante la constante ruptura de las normas preestablecidas en la práctica política regional. En estas latitudes, nunca la negociación fue sinónimo de imposición, pero VOX ha llegado para dinamitar lo preestablecido, dejando dos semanas ‘mano sobre mano’ al PP, y de paso, al gobierno en funciones. Los veteranos de las Cortes, de todos los colores, asisten atónitos ante un tacticismo político en que poco o nada asoma el interés del ciudadano.
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Tarde o temprano llegará el ansiado Pleno de Investidura de Mañueco, pero si el actual grado de tensión entre socios va a mantenerse cuando compartan mesa en el Consejo de Gobierno, nos vamos de cabeza a otras elecciones autonómicas en el 2023 a no ser que el PP cargue con su penitencia durante cuatro largos años de Vía Crucis.
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