La Ley de Bienestar Animal, la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de ... las personas LGTBI, la Ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo y la ley que regula la protección de las personas que informen sobre casos de corrupción. Pedro Sánchez y sus socios de Gobierno han aprobado en las dos últimas semanas una batería de leyes de acuerdo a sus intereses, alimentando la polémica y generando enfrentamientos incluso entre los que parecían afines.
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Con solo 16 años, una joven va a poder abortar sin el consentimiento de sus padres. ¿Por qué la ley deja a los progenitores a un lado en un momento tan importante que, además, seguro marcará la vida de esa chica? Bastará también con tener 16 años para cambiar de sexo en el Registro Civil, no hará falta nada, ni autorización judicial, ni de los padres o tutores legales, tampoco será obligatorio presentar informes médicos, ni estar en un proceso de hormonación. Se establece, como consecuencia, un sistema de autodeterminación de género sin condiciones en el que, de nuevo, se excluye a la familia de una decisión de gran trascencia.
Irene Montero, ministra de Igualdad que ha promovido esta ley, es madre, ¿no apoyaría a su hija o hijo si le plantearan una decisión de este tipo? ¿No quiere que sus hijos cuenten con ella en las decisiones más importantes de su vida? Los psicólogos defienden que la familia puede ser el mayor apoyo para un joven que se enfrenta a una decisión de este tipo. No digo que todos los padres vayan a aceptar a la primera que su hijo quiera cambiar de sexo, pero seguro que con diálogo, y si es necesario, la ayuda de un especialista que pueda hacerles comprender la situación, lo entenderán y entonces “lucharán” porque su hijo sea feliz. Así me lo explicaba el pasado viernes Félix López, experto en Psicología de la Sexualidad y una persona a la que no creo que se le pueda acusar de ser conservador. Cuando Montero era una niña ya estaba López trabajando en este tema y ayudando a las personas trans.
Lo que ha planteado Montero va a romper muchas familias. Los padres, sin entender qué es lo que le pasa a su hijo, van a tener que aceptar, por imposición, su cambio de sexo en el Registro cuando aún es menor de edad. A los 16 años una persona no está capacitada para elegir democráticamente a sus representantes políticos, pero a partir de ahora si puede decidir si cambia de sexo o si aborta.
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El tema es tan polémico que muchos no se atreven a dar su opinión de forma pública, no quieren que les metan en el saco de los conservadores. Por eso, por una vez, hay que reconocer el valor de Carmen Calvo, la exvicepresidenta del Gobierno, que rompió la disciplina de partido y se abstuvo en la votación de la Ley Trans, reiterando su desacuerdo con aspectos centrales de la norma como la edad fijada para el cambio de sexo y la reversibilidad.
Ya hay muchas voces alertando de que la ley puede empujar a muchos menores a autodeterminarse trans sin que realmente lo sean. Ojo con el concepto: autodeterminación.
Seguro que en estos días también han oído hablar de lo sucedido en el Reino Unido, donde se proporcionaron bloqueadores de pubertad a menores de edad sin tener en cuenta sus circunstancias psicológicas. Según una investigación, un 97% de los jóvenes tratados padecían depresión y otros problemas y tiempo después se arrepintieron del cambio.
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Hay que ayudar a los trans, por supuesto, pero contando con el apoyo de los profesionales y el de la familia siempre que se pueda.
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