Hace ahora 13 años, el ganadero Victoriano del Río decidió clonar un semental de su ganadería llamado “Alcalde”. El toro había generado tantos triunfos que el ganadero quería perpetuar su bravura. Aquel animal debía de ser hijo de una alcaldesa. Es fácil deducirlo, porque las ... ganaderías llevan siglos poniendo a los hijos los nombres de las madres para recordar las reatas.
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Imagino que ya entonces, si lo supo, o ahora, si se entera, a Ana González, la actual alcaldesa de Gijón, le indignará que un toro lleve el nombre de su cargo público. La ignorancia no sobreviene de un día para otro y hay quien la mantiene durante años a base de no escuchar a los demás o de no preguntar antes de tomar una decisión. La señora González ha decidido acabar con las corridas de toros en su ciudad porque allí se han lidiado dos toros con el nombre de “feminista” y “nigeriano”. Y eso, según ella, es un insulto al feminismo y a los inmigrantes. Así que si tomamos por bueno su delirante criterio, la alcaldesa discrimina a los “niñeros”, “turroneros”, “coroneles”, “milanos” o “cantadores”, porque son también nombres de toros lidiados este agosto en “El Bibio”, sin que el Ayuntamiento haya visto ultraje también en los que cuidan niños, los que venden turrón, los militares, los pájaros o los cantantes.
Podría ser gracioso si la alcaldesa no tuviera un bastón de mando, que le pagan todos sus ciudadanos y no solo los que piensan como ella. Ana González está en su derecho de odiar a los toros, pero no tiene ninguno para prohibirlos. A estas alturas alguien le debería haber enseñado que hay una ley que exige a todas las administraciones públicas la “protección y conservación” de la Tauromaquia, por mucho que a ella no le gusten. Podríamos entrar en el surrealista debate de los nombres de los toros y recordarle que durante siglos, también los ha habido de nombre “español”, “macho”, “comunista”, “dictador”, “asturiano” o “castellano”, sin que nadie haya tomado los suficientes alucinógenos como para verse agraviado. Pero eso sería un error que solo le ahorraría el ridículo y desviaría el foco del verdadero problema que tienen en su ciudad. La intransigencia y la ignorancia se han reunido en el poder y eso suele resultar muy peligroso.
Siempre he pensado que los peores enemigos de los toros están dentro de la Fiesta. Hay muchos intereses creados y grandes dosis de egoísmo entre algunos de los que manejan sus hilos. Los adversarios de fuera, si son como Ana González, en el fondo ayudan. Su ocurrencia autoritaria va a movilizar a muchos ciudadanos a favor de la Tauromaquia en Gijón. Se necesitan más “Anas” y argumentos tan nimios como los suyos contra los toros. Aunque mejor que no lleguen a alcaldesas. Para clonar ya tuvimos suficiente con aquel “Alcalde”, el gran toro de Victoriano del Río.
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