Si una vez llegadas las elecciones resulta que a ustedes les ocurre lo mismo que a un servidor y no saben muy bien a quién ... votar porque escasean los políticos o formaciones actuales que le ofrezcan demasiada confianza, les invito a que sigan mi ejemplo y se planteen el test de la sanidad.
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Se trataría de votar en cualquier caso a aquellos que sintamos que más se involucran con hechos bien claros en la defensa de la sanidad pública. Hoy por hoy, esa es la lucha que más debería importarnos. También la más legítima, la más solidaria, y desde luego, la más decente.
Claro, para saber a quién deben votar, no bastará con que escuchen todos los discursos de todos nuestros políticos y se traguen su propaganda electoral. A estas alturas ya sabemos que todos mienten con tanta naturalidad que dejan en simples aprendices a los consumados actores hollywoodenses.
En este caso concreto de la sanidad pública, por ejemplo, aunque unos con la boca más pequeña que otros, todos confiesan defenderla, todos salieron a aplaudir en los balcones y todos, aparentemente, están muy de acuerdo con que a nuestros profesionales de la sanidad pública le sobran los motivos para exigir muchos más medios que ayuden a solucionar asuntos tan vitales como las largas listas de espera, el abandono en que se halla sumida la sanidad rural, las carencias en la atención primaria o el evidente colapso en urgencias.
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Pero eso sí, por mucho que nos tomen por tontos y piensen que nos engañan, con el tiempo y sobre todo a raíz de lo mucho sufrido durante estos años de pandemia ya hemos aprendido a distinguir y localizar muy bien donde están las instituciones, administraciones, autoridades y formaciones que de verdad reman a favor de esta sanidad pública, universal y gratuita y quienes por el contrario, aunque confiesen estar preocupados por los problemas de la misma, con tretas como la privatización de servicios nos demuestran que trabajan en una dirección muy diferente.
Concretamente, en esa tan obscena, triste, e insolidaria que propugna que el que tiene dinero pueda ser cuidado y atendido y el que carezca de él o no le alcancen los recursos, se aguante y se pudra porque difícilmente va a poder ser atendido en un futuro gracias a esa sanidad pública, digna, moderna y tan necesaria con la que soñamos la inmensa mayoría.
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