SE llama Elvira y su historia se habría quedado enterrada si las redes sociales no mostraran, rara vez, su vertiente más humana. Seguro que la ... han visto, ataviada con su bata azul turquesa y su mandil rojiblanco, también armada de su bastón, expresar ante una cámara que su mayor deseo en esta vida es “conocer al ‘Modri” ese que juega en el Real Madrid.

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Pocos saben que ese vídeo lo grabó y lo lanzó al resto del mundo el butanero que hace escala en Pajares de la Lampreana. Los dos son ‘merengues’ y hay días, si el reparto no va con retraso, que pegan la hebra un rato sobre el último partido. No está la vida social en los pueblos como para desaprovechar una opción de conversación, aunque lo acontecido tras la publicación de las imágenes de Elvira ha dado para todo un serial, al que le faltan algunos capítulos muy jugosos.

El capricho de Twitter quiso que a Elvira (la chica que con 16 años se marchó a trabajar a Bilbao y regresó a su pueblo, con dos mil pesetas, para casarse) la fama le haya llegado a los 80 años. Su mensaje auténtico y cariñoso, sin filtros ni postureo, llegó a su destino final y Modric, el del Real Madrid, le ha respondido que está deseando conocerla, incluso tiene ya preparada una camiseta ‘10’ para regalarle. El croata es un crack, y no sólo con el balón entre los pies. Así que Elvira va a regresar al Bernabéu, ya estuvo en una visita del Athletic, su otro equipo. Entonces, ninguno de los suyos se quiso sentar cerca de ella porque “vocea mucho”. De aquel día, recuerda que jugó Spasic, que era ‘mucho más malo que Modric’, y con menos pelo.

No puede evitarlo, Elvira es emoción en esencia. Su honestidad golpea con la fuerza de los que saben que no merece la pena guardarse nada. En una España rural adoctrinada para guardarse los sentimientos, ella que no tiene miedo a contar su sueño imposible, no está mal como lección de vida. Y gratis.

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Ahora Elvira lleva unos días cansada. Las caderas le dan guerra desde la operación. Tanto ajetreo con las entrevistas de ‘estos de la tele’ le han dejado exhausta, aunque no tanto como para no contarme que su nieto ya se ha ofrecido para llevarle a Madrid. Finalmente verá ‘al Modri’. Cuándo esté con él, cara a cara, le invitará a que conozca su pueblo, y para que no pueda declinar la oferta, dice que le va a cocinar un pollo de corral de los que cría y alimenta junto a sus gallinas. Y sino, dos huevos fritos “para chuparse los dedos”. Apuesta fuerte la potencial anfitriona.

Alguien me ha dicho hoy que esta historia no llega al rango de noticia. Me resisto a creer que la buena de Elvira no tenga un hueco entre la algarada política de turno y las muchas incertidumbres que no terminamos de despejar. Aunque sólo sea porque las redes sociales, enviciadas de mala leche, macarronería y odio indiscriminado, han servido esta vez para cumplir el sueño de una niña de 80 años.

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