En una mítica rueda de prensa contaba el gran Luis Aragonés que tenía un amigo japonés cuya profesión era la de sexador de pollos. Según ... el Sabio de Hortaleza, su amigo, contratado en una macrogranja, con una simple ojeada a la matrícula del pollo detectaba si era macho o hembra, tarea en la que Luis confesaba desconocer el intríngulis, a pesar de haber acompañado al colega nipón en alguna jornada laboral. También decía en esa misma rueda de prensa que la de sexador de pollos no es una profesión fácil pues solo se les permitía un par de fallos en la adscripción del género al pollo. Tres errores y a la calle.
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Puede que hasta ese día, muchos no tuviéramos ni idea de que pudiera existir tan noble oficio, aunque pensándolo con detenimiento luego le viéramos aplicaciones empresariales o industriales de vital importancia.
Me viene el recuerdo del sexador de pollos japonés amigo de Luis, porque estoy pensando que la nueva ley sobre protección animal auspiciada por Podemos (ojalá le salga mejor que la de “Solo sí es sí”), también nos abre el abanico de oficios y profesiones hasta ahora insospechados relacionados con el mundo animal y que vendrán a ofrecernos estupendas salidas profesionales a todos aquellos que comenzamos a verle las orejas del lobo a nuestras viejas profesiones con la irrupción de las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial y toda esa chatarrería robótica que asoma gritando que somos completamente inútiles.
Si según la nueva ley de bienestar animal hay que pasear al perro con una frecuencia de dos veces al día, alguien tendrá que ocuparse de vigilar si el vecino cumple con el ordenamiento o se escaquea, lo que viene a crear el nacimiento de la categoría profesional de Inspector de paseos de perro. Y si un gato no puede permanecer más de tres días consecutivos sin supervisión humana, ¿quién supervisa la supervisión? Necesitaremos un catedrático en gatos abandonados que sepa detectar con una simple mirada a los ojos del felino que asoma al balcón si está bien atendido o dejado de la mano de Dios. O la tortuga. O el hámster.
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Y, por cierto, teniendo en cuenta que está permitido tener canarios enjaulados en casa pero no jilgueros, ¿qué especialista en aves cantoras me dice a mí si no seré todo un fuera de la ley teniendo en casa un pajarito híbrido nacido de madre canaria y padre jilguero? En fin, dudas que uno tiene.
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