NO entiendo nada. Como ciudadano español y además monárquico, no entiendo nada; puedo entender el habitual y perverso numerito montado en torno al rey Juan ... Carlos por la izquierda revanchista, cazurra y carpetovetónica, pero no entiendo, más bien me exaspera, la actitud del rey Juan Carlos con su huida de España -dos años ya- y empecinado en seguir huido, aunque con visita exprés en jet privado a Sangenjo (o como dicen los analfabetos castellanos, Sanxenxo) para ver unas regatas. País de horteras y descarados: Bárcenas hacia heli-ski en Canadá, y Juan Carlos I pasa el fin de semana a cinco mil kilómetros para disfrutar del marisco y de los amigos en las rías gallegas. Parece que, en lugar de regresar a su país, el anterior jefe del Estado ha vuelto para ver aborígenes ibéricos sueltos al cortijo, al latifundio, a la reserva, como cuando venía a cazar a Las Batuecas... Franco, hombre discreto en sus debilidades -al menos conocidas- no fue tan excesivo ni cuando pescaba salmones en Asturias, no sé si me explico.
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No puedo hablar mal de Juan Carlos I, pues su contribución al Estado moderno y libre que disfrutamos fue determinante, esencial, única, y además España no pudo haber tenido mejor y más apolíneo embajador junto a su esposa, la reina Sofía. Escribiendo esto no puedo evitar recordar aquella imagen de los Reyes en Mallorca con sus invitados, Bill y Hillary Clinton. Aquello era una España a todo ritmo... Corría el año 1997, días de vino y rosas que hoy me parecen datados en la era antes de Cristo...
Pero ni los monárquicos podemos obviar que la postura adoptada por Juan Carlos I ante un torrente de sospechas públicas y notorias, aunque insuficientes para la Justicia, y sobre todo su imperdonable falta de discreción con la bragueta, ha sido y es inaceptable en su figura: Juan Carlos de Borbón no es una persona, es una institución, y es lo que asumió cuando accedió a la Jefatura del Estado. Hay ciertas cosas que todos en nuestros diferentes ámbitos tenemos vetadas, pero la lista del rey es interminable, empezando por la pulcritud moral y la rectitud de obra. Por todo ello, su vergonzosa huida, forzada eso sí por el Gobierno de Sánchez con paradero desconocido incluido, y su intención de seguir en Abu Dabi tras su relax gallego, me parecen una afrenta a todos los ciudadanos, una acción impropia de su estatus, y otro revés hacia su hijo, Felipe VI, a quien le debe el mayor de los respetos y de los apoyos. Juan Carlos I debería estar en España. Trabajando por España. Al servicio de España. Punto.
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