Lo que le faltaba a Vox es un grupo de disidentes y ya lo tiene. No eran muchos y ya están divididos entre los de ... Abascal y los de España Suma, los detractores.

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Desde la época del polémico Rafael Revert al frente de Vox no había vuelto a haber una revolución tan sangrienta para este partido. Con Carlos Menéndez al frente se estabilizó la formación, que había tenido una verdadera sangría de afiliados. El resultado espectacular que tuvieron en las elecciones autonómicas de 2022, en las que consiguieron 13 escaños, generaron en muchos militantes unas expectativas con las que hasta entonces ni siquiera habían soñado. Pero como en todos los partidos llegan las disensiones internar protagonizadas por aquellas personas que se creen con derecho a estar en un puesto de salida en las listas y no los consiguen.

El lunes, en el comité ejecutivo de la formación de Santiago Abascal, se consumó lo que veía fraguándose desde noviembre. El motivo: el de siempre. Unos cuantos miembros de los órganos de dirección tenían aspiraciones. Legítimas o no, pero querían aparecer en las listas en un momento en el que todas las encuestas le dan representación a Vox en el Ayuntamiento de Salamanca.

Los líos internos del partido de Abascal tienen pinta de acabar peor que las luchas intestinas que están librando en estos momentos la extrema izquierda: Podemos y su “macho alfa” Pablo Iglesias, por un lado y Yolanda Díaz, simplemente Yolanda, con Sumar, por otro.

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El lunes por la noche abandonan Vox de un plumazo medio comité ejecutivo, es decir tres de seis, y otras dos personas más con cargo dentro de la dirección. Parecía, aparentemente, una simple pataleta de unos cuantos que se han visto apeados de las listas, pero no. De la noche a la mañana no se improvisa la militancia en el nuevo partido España Suma, formado por los enfadados con Abascal, ni tampoco un programa electoral, aunque sea un copia y pega del que han hecho el resto de damnificados para todas las provincias.

No debería haber sido ninguna sorpresa que el candidato de Vox a la Alcaldía de Salamanca. Ignacio Rivas, no llevara a los cargos orgánicos que ayer dieron el portazo. Rivas ya anunció en este periódico que le habían prometido que tendría las manos libres para hacer su candidatura, pero parece ser no todos los miembros de la dirección del partido estaban de acuerdo con otorgarle tanta libertad al candidato. Los disidentes alegan que la lista, con ellos dentro de los cuatro primeros puestos, se aprobó en 30 de noviembre y que de pronto los han eliminado.

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La convulsa situación que está atravesando Vox en Salamanca tiene todos los ingredientes que se pueden encontrar en cualquier partido que atraviesa una crisis de poder. Sobre todo, hay mucha traición, porque parte de las candidaturas que los disidentes habían hecho para Vox se pueden quedar mancas o cojas o convertir las siglas de Vox en las de España Suma y con escaso margen de maniobra para presentar nuevas listas antes del 24 de abril, que es cuando finaliza el plazo para que las presenten todas las formaciones políticas que concurran a las elecciones municipales del 28 de mayo.

Paradójicamente la marca España Suma la inventó Pablito Casado para aglutinar a todo el centro-derecha y arrinconar a Santiago Abascal con el que tantas fricciones tuvo. Hoy no sé si la marca que suma a todos los descontentos de Vox perjudicará más al partido verde o al centro-derecha que verá divido el voto en un montón de partidos, que ni siquiera los ciudadanos serán capaces de identificar. Los que se frotarán las manos serán los socialistas.

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