Tudanca no tiene remedio. Es torpe. Ha utilizado dos palabras prohibidas en el diccionario socialista. Este hombre se lo pone a sus adversarios como se ... las ponían a Fernando VII. Una de ellas es “perder trenes”, porque en esta Comunidad el que cerró trenes fue el PSOE, que nos dejó sin el Ruta de la Plata, que unía Gijón con Sevilla, nos ha quitado frecuencias con la capital de España. Otra palabra prohibida es llamar mentiroso a cualquier adversario político, porque toda España sabe que el maestro de la mentira y del embuste, el que tiene el récord de no decir una verdad, es su jefe de filas socialista, el presidente Pedro Sánchez. ¿Cómo creer cualquier promesa de alguien que hinca la rodilla para rendirle pleitesía a su líder que, aunque nos margine con los fondos europeos o nos deje sin frecuencia de trenes rápidos con Madrid, jamás levantará la voz para que no le quite el puesto de eterno opositor? El seminarista Tudanca -el apellido no es mío, pero le viene como anillo al dedo- no remonta ni con los 1.000 millones que se sacó ayer de la chistera el presidente, ¿alguien cree en las casualidades con “Pinocho Sánchez”? Menos mal que ahí estaba don Francisco para echarle un cable a Tudanca. Igea sigue sangrando por la herida y sigue con el corazón roto, pero ni tendiendo un cable al PSOE puede salvar a Tudanca. La izquierda no puede competir con un Mañueco que ahora tiene como referente a una mujer como Ayuso, cuyas políticas han sido refrendadas por la mayoría de los madrileños. Fracasan quienes le ataquen por ahí y fracasan quienes intenten que diga que pactará con Vox. Lo que es seguro es que los votantes de derechas no quieren experimentos de gobiernos social-comunistas. Mañueco ganó en solvencia y en soltura. Le viene mejor la compañía de Ayuso que el soso de Casado.

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