El profesor de Filosofía Política en la Universidad de Barcelona Félix Ovejero acaba de publicar un libro –que todavía no he leído– titulado La razón ... en marcha (Alianza Editorial) y en él habla de sí mismo. Habla de la cátedra que el rectorado de la Universidad de Barcelona le sigue negando por ser antinacionalista. Hace poco le enviaron un correo anunciándole el endurecimiento de los requisitos lingüísticos y preguntándole si los cumplía. La respuesta fue: “No me ofendan”.

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También habla de sus padres, inmigrantes manchegos en Cataluña, que eran prácticamente analfabetos. El padre pelaba pollos y la madre fregaba escaleras y vivieron en el Barrio Chino. La hermana de Félix dormía junto al televisor, en un cuarto interior sin luz natural y Félix pasaba los ratos contando ratas desde el balcón. Formaban parte de los “catalanes maltratados”, pero no por catalanes sino por pobres.

Félix Ovejero fue en su día uno de los intelectuales no nacionalistas que propició la creación de Ciudadanos y en una reciente entrevista recordaba que en Sallent una niña de 12 años se suicidó porque le hacían bullying por ser trans pero también por hablar en argentino. Es decir, en español. “En condiciones democráticas normales, el escándalo duraría meses. Aquí no pasa nada”, relata Ovejero.

En Cataluña dos mil médicos han propuesto un decálogo para exigir que a partir de ahora sólo se atienda a los pacientes en catalán. “Antes de ir a un médico, ahora miro siempre sus apellidos. Ya no me fío”, apostilla Félix Ovejero.

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Cree Ovejero que “El Estado de las autonomías se ha convertido en un factor de desintegración. Donde no había naciones, se han construido, o estamos en ello. El modelo lleva adosado un perverso sistema de incentivos. Todo conspira a favor de la erosión de lo común”.

En este proceso disgregador la lengua ha sustituido a la raza y esta locura ha llegado hasta Asturias con el bable. Allí Podemos defiende la imposición del bable como requisito para trabajar en la Administración, significa reducir la competencia, es decir, las oportunidades para otros españoles. “Hasta Juanma Moreno –dice Ovejero– se ha sumado al festival identitario: reivindicación de Blas Infante, Día de la Bandera de Andalucía, ¡incluso un Día de la Lengua andaluza!”

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O acabamos con esto o esto acabará con nosotros. Por eso es imprescindible que los dos partidos nacionales, PP y PSOE, se pongan de acuerdo y entre los dos pongan límite a las locuras identitarias.

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