Ana Sánchez, la número 2 del PSOE de Castilla y León o mejor dicho la mano derecha o izquierda del moribundo Tudanca, ha vuelto a ... hacer del insulto la “noble” tarea de controlar al Gobierno de la Junta desde la oposición, una posición que requiere de muy poco esfuerzo y que le es muy rentable, porque reporta buena remuneración gracias a la vicepresidencia segunda de las Cortes, más de 97.000 euros al año.

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Pues esta señora cobra la nada desdeñable cifra de 97.000 euros anuales por llamar vagos a los miembros del Gobierno del PP y de Vox. Seguramente no tendrá problemas para llenar la cesta de la compra o para pagar la luz y el gas, pero muchos otros ciudadanos de esta tierra sí y debería aprovechar su posición en el PSOE para pedirle a Pedro Sánchez, el peor presidente de la historia de la democracia en España -¡qué mala es la ceguera!- que no nos condene a los de la España vaciada.

No sé si Ana Sánchez se dedicará a jugar al “Candy Crush”, como hizo alguna vez la criticada Celia Villalobos en el Congreso, o aprovecha las sesiones plenarias para hacer compras por internet, pero lo cierto es que desde su cargo, más institucional que de oposición, se dedica en los plenos de las Cortes a enredar con el móvil y a hacer gestos de desaprobación cuando hablan los procuradores de otros partidos. Doña Ana siempre ha sido muy democrática y ha respetado las discrepancias ideológicas.

Es la que más se resistió a que el amortizado Luis Tudanca dimitiera después de perder las elecciones en febrero y agotar prácticamente todas las posibilidades de alcanzar la Presidencia de la Junta. Ella es intolerante con el PP y con Vox, pero muy tolerante con los comunistas, los golpistas o los amigos de los terroristas porque son aliados del enorme presidente que es Pedro Sánchez. El titular del Ejecutivo lo hace todo bien para Ana Sánchez. No es responsable de la despoblación, ni de que las familias no lleguen a final de mes, ni de llevar la batuta de un Gobierno en franca y clara descomposición que ha puesto en riesgo severo a las instituciones del Estado, la última al CNI, a cuenta de las escuchas retransmitidas en directo por el Gobierno de España. Lo nunca visto. El último espiado parece ser que ha sido el ministro de Agricultura, Luis Planas. A la ministra de Igualdad, doña Irene Montero, si la han investigado, han descartado las conversaciones por carecer de interés y las de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, las han tenido que desechar porque los espías no la entienden. El PSOE de Castilla y León no habla del esperpento “Pegasus” ni del mastodóntico e inútil Consejo de Ministros.

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El Gobierno, el de su partido, está sumido en la descomposición más absoluta, reduciendo las posibilidades de recuperación económica, condenando a España al ostracismo internacional, pero doña Ana prefiere llamar vagos a los miembros del Gobierno autonómico y decir que además “hacen cosas feas”. ¿A qué se referirá? Lamento recordarle que para suciedad, la de los socialistas de Castilla y León, entre las que debe incluirse como actora principal. Ustedes intentaron con artimañas francamente vergonzantes que saliera una moción de censura en marzo de 2021 seduciendo a algunos procuradores del partido naranja que era aliado en el Gobierno con el PP. La operación se frustró porque solo consiguieron conquistar a una parlamentaria que abandonó el partido no se sabe muy bien a cambio de qué.

Por cierto, doña Ana, un buen trabajo suyo, además de las intrigas en las que anda usted metida siempre, sería convencer al presidente del Gobierno de España, socialista como usted, para que convirtiera esta comunidad en un polo de atracción industrial a base de incentivos fiscales para la España vaciada. Ya sabemos que a ustedes no les gusta bajar los impuestos a los ciudadanos, pero sin atractivos económicos no hay nada que hacer.

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