SEGURO que lo recordará. Corría el año 2008 y Rodríguez Zapatero no era capaz de pronunciar todavía la palabra crisis. Fue entonces cuando el presidente del gobierno tuvo una ocurrencia llamada Plan E.

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Aquel derroche de dinero público lo recordarán muy bien en Monbloma, un ... pueblo de Soria de apenas 29 habitantes. Tal y como obligaba el gobierno, allí se colocó un cartel de 12 metros que se veía desde todos los rincones del municipio. La esperpéntica valla con su logo bien grande, tenía por objetivo anunciar la compra de un ordenador portátil, con fax e impresora para las oficinas del Ayuntamiento. Lo más surrealista es que el cartel costó 1.500 euros, la mitad de lo que valía la inversión en material informático. El ejemplo, me sirve para glosar en qué consistió aquel famoso pozo sin fondo de Zp. Meses después de desperdiciar 37 millones en publicidad, apenas el 4% de los parados contratados por las empresas adjudicatarias seguía trabajando.

Hoy le traigo el dichoso plan a la memoria, porque me ha venido a la cabeza estos meses, cuando he oído hablar de la inversión y del reparto de los fondos europeos. Esos 140.000 millones de euros, para los próximos años, suponen una oportunidad colosal para nuestro futuro. Con ese dinero no solo debemos superar la crisis provocada por la pandemia, sino también transformar un modelo productivo, que nos condena a estar siempre entre los países con más paro de Europa. En ese maná ingente de dinero puede haber una gran oportunidad para dejar de basar nuestra riqueza únicamente en la estacionalidad del turismo, el ladrillo o el engorde permanente del sector público.

El reto es tan mayúsculo, como la inversión. Pero con tantos millones de euros sí se puede intentar hacer una transición energética, crear industria ligada a la digitalización, modernizar el campo, atraer talento y empresas punteras, renovar la administración o reflotar la España vacía. Por eso me llama la atención que el plan, no se haya consensuado con la mayoría de las fuerzas políticas. Al menos con la oposición que puede gobernar y por tanto llegar a gestionar esos fondos a seis años vista. Me temo que estamos de nuevo, ante la permanente tentación política de premiar a los amigos, a los socios parlamentarios, a las Autonomías afines o a los Ayuntamientos del partido.

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Ojalá, esta vez no repliquemos algo parecido al proyecto fallido de Zapatero. Aquella ocurrencia que dilapidó 8.000 millones a las puertas de una crisis, que llegó igualmente y obligó al presidente a pronunciar la palabra. En Momblona, por cierto, años después seguía instalado el cartel. No lo mantuvieron por melancolía, sino porque no había presupuesto para retirarlo. No volvamos a repetir con los fondos de Bruselas algo parecido a aquel Plan, esta vez, con la E de Europa. Al de Zp le sobró propaganda y le faltaron los resultados.

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