EN estos tiempos extraños, donde a la vuelta de la esquina nos espera una pandemia o desayunamos con la invasión de un país europeo, que dos ministros comparezcan de forma urgente a primera hora de un 2 de mayo -festivo donde los haya en Madrid- ... hace temer lo peor. Pero eso es lo que hicieron ayer Isabel Rodríguez y Félix Bolaños. La primera, simplemente para ceder la palabra al segundo. Y el ministro de la Presidencia curiosamente para decirnos que los teléfonos móviles del presidente del Gobierno y de la ministra de Defensa, Margarita Robles, habían sido espiados ¡hace justo ahora un año! con el archiconocido programa Pegasus. ¡Válgame Dios! ¡Y yo con estos pelos!

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A Pedro Sánchez le han birlado 2,6 gigas de datos en el primero de los dos ataques que sufrió. De no ser porque se trata del terminal institucional, no del particular, hubiera pensado que los ciberdelincuentes se habían hecho con la fototeca de selfies, lo cual era muy preocupante. Pero no parece ser el caso. A la máxima responsable del CNI -¡pobrecita!- solo le chulearon 9 megas.

Y claro, cuando ocurren cosas tan graves como esta, que nos sobresaltan y nos dejan en un sinvivir, uno se pregunta: ¿qué contendrá el móvil de Sánchez? Puedo asegurarles, sin necesidad de echar mano al software espía de nombre parecido al del camión más castizo que ha circulado por nuestras carreteras, que habrá un montón de llamadas perdidas a Joe Biden. Que encontrarán otras que demuestran cierta familiaridad con el piloto del Falcon. Que hallarán un par de aplicaciones para ver la NBA gratis, como todo buen español aficionado al baloncesto. Y que, en las notas, aparecerán unos cuantos discursos de Iván Redondo, que por aquel entonces todavía le soplaba lo que tenía que decir. Poco más, no se crean.

Dicen que las intrusiones tienen origen externo, por lo que nuestros servicios secretos han descartado rápidamente que Begoña, la esposa del presidente, esté detrás de esta trama, después de las fotografías malintencionadas que se han publicado de Pedro con Yolanda Díaz.

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Que me disculpe la segunda dama, pero solo puedo tomarme a cachondeo la rueda de prensa que ofrecieron ayer los amigos de su marido. Porque, ¿en qué país medianamente serio se hacen públicas este tipo de informaciones? ¿Quién, en su sano juicio, puede creerse que el Centro Criptológico Nacional haya descubierto estos ciberataques a los teléfonos móviles del presidente y la ministra un año después de producidos? ¿Quién es el ingenuo que se traga que el informe de este organismo se terminó este domingo -¡lo que trabaja esta gente!- y se entregó inmediatamente para que un lunes festivo pueda darse a conocer a la ciudadanía?

No le ha faltado razón al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, cuando ha tirado de ironía para señalar que le preocupa que en este país “ya no haya secretos”, sino que “todos los secretos sean a voces”.

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La puesta en escena de esta patochada recuerda mucho a aquella otra en la que se difundió que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska; la directora general de la Guardia Civil, María Gámez; y el entonces candidato a la presidencia de Madrid, el exvicepresidente Pablo Iglesias, habían recibido cartas con amenazas de muerte y unas balas en el interior de los sobres en los que iban las misivas. Aquel descarado acto de propaganda tuvo lugar en plena campaña electoral al Parlamento madrileño (como quiere llamarlo ahora Ayuso, en lugar de Asamblea). Y este último disparate aparece justo en plena polémica por las escuchas del “Catalan Gate” y precisamente el mismo día en el que Núñez Feijóo se iba a dar un baño de masas junto a Isabel Díaz Ayuso en los actos de celebración del 2 de Mayo en Madrid.

Éste y no otro era el verdadero móvil de Pedro Sánchez.

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