EXISTÍA hace unos años una estupenda revista musical que llegando al mes de diciembre pedía a sus lectores que escribiesen votando por el que consideraban ... el mejor disco del año pero que en el mismo correo fueran tan amables de especificar el que según su criterio había sido el peor. El asunto parecía indudablemente muy democrático, pero en la práctica resultó un absoluto desastre. Sucedía con frecuencia que el mejor disco del año tras el oportuno recuento de votos también era considerado como el peor para la variopinta y caprichosa tropa de lectores.

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Así que allá por el mes de enero, cuando aparecía el nuevo número de la revista en los quioscos, el álbum “Descanso dominical” de Mecano acaparaba el primer puesto de la lista de mejores discos del año pero también ocupaba el primer puesto en la de los peores. Ya se imaginarán el trago del director de la publicación cuando tenía que llamar al representante del grupo para darle la buenísima noticia de que habían resultado ganadores en las votaciones al mejor disco del año pero a continuación y antes de colgar rebajarle la euforia con la malísima noticia de que también habían grabado el peor disco del año a juicio de sus distinguidos lectores.

¿No les parece que como hacía esta revista ya desaparecida, podría ser muy interesante colocar dos urnas y que igual que nos piden votar en las elecciones municipales, autonómicas o generales a nuestros políticos preferidos también pudiéramos votar a aquellos políticos a los que consideremos más nulos e impresentables?

De acuerdo, seguramente lo que saldría de esa votación sería tan surrealista y contradictorio como lo que sucedía con las votaciones de los lectores de la extinta revista, es decir, que el partido político que ganara las elecciones pudiera tener muchas papeletas para ser el que las perdiera.

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Pero a lo que voy: ¿no me digan que no sería maravilloso por lo que tiene de cura de humildad y de llamada de atención advertirles a esos que saldrán al balcón de la sede cantando, saltando y descorchando champán a celebrar su mayoría absoluta, sean del partido que sean, que al mismo tiempo también son los mismitos tipos que el electorado muy soberano acaba de confesar que le provocan más ganas de perderlos para siempre de vista? Piénselo.

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