Aún recuerdo a Miguel Bosé hace mil años cantando “Linda”. La canción era espantosa pero el era más que lindo, lindísimo. Un guapazo de la ... época que a mí, con la punta del pie recién instalada en la adolescencia (tenía, creo, 13 años) me provocaba sueños húmedos inconfesables. Acababa de morir Franco un par de años antes y Miguel era el paradigma de modernidad y cambio subido a un escenario. “No lo mires que te saca una década y, además, es inalcanzable”, nos decían a las jovencitas, casi niñas, que babeábamos con su melenita y su mirada lánguida. Ya. Pero cuando cantaba “Linda”, las de todas las edades nos sentíamos ella. Con el paso de los años fue mejorando los temas y sobre todo esa puesta en escena suya, imbatible. No es que nunca fuera el más simpático de la galaxia (los Bosé siempre se caracterizaron por ser bastante ariscos y él, en concreto, de cuando en cuando ,maleducado), ni tampoco Frank Sinatra, pero , qué quieren, sonaba particular, por mucho que las letras de sus canciones de diablos y bandidos fuesen bastante idiotas. En los últimos tiempos, por desgracia, entre las cosas de Hacienda, su marcha a Panamá y las cuestiones relativas a su pareja por fin desvelada (¡el gran secreto de Bosé), a muchos el Miguel de los movimientos gatunos y las faldas insólitas que tanto nos llamaba la atención, se nos cayó un poquito al suelo. Su aspecto, hay que decirlo, no ayudaba. No solo se mostraba desaliñado físicamente, sino también agresivo; como si el mundo le debiera algo a él y solo a él, por haber sufrido algunas confusiones de la prensa. Bien. Estaba en su derecho de enfadarse. Aunque alguna vez pareciera que lo hacía de más. En todo caso, lo que trascendió de su paternidad repartida entre el y su amor de tantos años, recién separados(dos hijos para ti y dos para mí), nos dejó tan estupefactos que nos distanció, sin remedio, del artista. Lo peor aún estaba por llegar. Miguel, cada vez más deteriorado, se empezó a mostrar en las redes como el hombre que sabía de todas las cosas, como si por formación, talante y talento se le pudiera considerar un referente. Y ahí, ya, sí que no. Lo último, ya lo saben, es un Miguel que casi no puede vocalizar de manera comprensible, llamando a sus seguidores a la rebelión contra la mascarilla y otras medidas contra la COVID-19. Ya no está lindo. No se sabe si sigue cantando. Sus problemas personales parecen rodearlo...Pero aún le quedan seguidores a los que arrastrar al vacío. Lo peor es que al hacerlo, nos pone en peligro a todos. Y eso sí que no es una buena letra para ninguna canción.
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