A juzgar por su apasionado discurso, parecía el señor procurador (o procuradora, que no conviene dar muchos detalles) una persona con las ideas muy claras, ... excepto que personalmente y con franqueza no se sabía muy bien si pertenecía a derechas o izquierdas.
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Es más, no es que no lo supiera la gente que lo había votado confiando en el cambio y la regeneración que tanto pregonó en campaña, en realidad, no lo sabía ni su propia familia, que observaba como un día se levantaba con el pie izquierdo pidiendo reformas sociales y al siguiente con el derecho, perorando impetuoso contra la subida de impuestos o la privatización del sistema sanitario.
Con todo, lo más inaudito, es que ni él mismo sabía en qué lugar del espectro político colocarse de tanto proclamar que esa categoría de derechas y de izquierdas era tema de un pasado superado y que él y los suyos, lo que trataban con honestidad y decencia es de servir de puente entre unos y otros que es lo que necesitaba este país, en lugar de tanta bronca y maniqueísmo.
Había días que el señor procurador (o procuradora), incluso levantándose disparando barbaridades que harían las delicias de cualquier colega de extrema derecha, iba evolucionando hacia posturas más moderadas de la derecha civilizada llegando a la hora del café convertido en un viejo nostálgico de aquel centro representado por Adolfo Suárez, su político de referencia. Lo sorprendente es que según avanzaba la tarde, se orillaba hacia un perfil de izquierda moderada comulgando con las consignas del partido del puño y la rosa, para acabar al anochecer, en un vertiginoso esprint final, defendiendo los disparates propagandísticos de Pablo Iglesias, del que, por cierto, renegaba al día siguiente, deshaciendo los pasos del anterior con una naturalidad que no dejaba de asombrar a propios y extraños.
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Es precisamente por todo esto, que este pasado domingo, fue vigilado muy estrechamente, recibiendo llamadas de la cúpula del partido cada cinco minutos, muy temerosos de que al día siguiente durante la moción de censura pudiera haberse perdido en alguno de estos viajes de mutación ideológica que tantos desvelos estaban causando tanto a la formación naranja como a sus queridos socios aliados. Pero tranquilos, por fortuna, ya pasó todo.
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