Hoy se inaugura en la sede de la Memoria Histórica de Salamanca una “Exposición sobre la vida de Francisco Largo Caballero (1869-1946)”, aquel llamado “ ... Lenin español”, que dispone de una Fundación para su descabellada elevación a los altares. Dice la propaganda que se trata de un “mayor conocimiento como impulsor de organizaciones sindicales... (bla,bla,bla...) y finalmente impulsor de la reconciliación de los españoles”. ¡¡¿Reconciliador?!! ¿Pero no les da vergüenza? Largo Caballero, en sus muchos cargos, no es que se declarara enemigo de las elecciones y la democracia, es que concebía la UGT como instrumento revolucionario; organizó la Revolución de Asturias de 1934; ordenó dar el paseo final desde las terroríficas checas madrileñas hasta Paracuellos a 25.000 personas. Presentar a quien hoy puede ser calificado de criminal de guerra, como apóstol del amor fraterno, es una fábula mas de la que la izquierda patria inventa para glorificar a personajes deleznables. ¿Por qué no homenajean al ejemplar Nicolás Redondo, 95 años?
Publicidad
UGT con Largo Caballero está —Erasmo decía—. “vistiendo a la corneja de ajenas plumas, blanqueando a un etíope o haciendo de la mosca elefante”. Tarea imposible, salvo para incautos, o quienes sectariamente se tragan las versiones edulcoradas de las tropelías de los suyos, mientras llaman facha a todo el que les contradice. Ni siquiera su modesto origen (hijo de una criada y un carpintero, divorciados siendo él un niño) justifica sus hechos. Fue un personaje detestable, que nos empezaron a sacar en procesión a propósito de su biografía-ladrillo escrita por Julián Aróstegui (al que conocí porque fue profesor en el Instituto “Fray Luis”, y luego vino a conferencias, mesas redondas..). Se titula “El tesón y la quimera” y el que tenga güevos que le hinque el diente a sus casi mil páginas. Una voz autorizada ya advirtió entonces que aquella biografía era “un rescate espinoso”.
Hoy padecemos a otro socialista blanqueador de etíopes. Dijo Zapatero que era “un hombre de paz”, y Otegui no secuestró nunca, no consintió atentados terroristas, no los encubre aún; a los separatistas catalanes los indultó porque volverán al redil... Pero Sánchez también emporca, como a los transportistas heroicos, que al comienzo de la pandemia aseguraron nuestro avituallamiento jugándose el pellejo, y ahora son calificados de fachas y despreciados.
Quien puede ostentar el título de reconciliador es Santiago Carrillo, de antecedentes igualmente sanguinarios, pero que cuando Largo llevaba muchos años muerto, se sacó aquella “Declaración por la reconciliación nacional, por una solución democrática y pacífica del problema español” (el salmantino Esperabé decía que a los comunistas “hay que pasarlos por las urnas, no por las armas”) y acabó aceptando la Monarquía, la enseña bicolor y la Constitución. Pero con Largo no intenten que comulguemos con piedras de molino.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.