La semana que recuerda la revolución comunera, el levantamiento contra Carlos I, ha comenzado ayer con el entierro del príncipe Felipe de Edimburgo, esposo ... de Isabel II, que hemos visto en la televisión como un capítulo más de “The Crown”, la serie que nos ha hecho soñar con otra dedicada a nuestro emérito. Entonces, el pueblo se revolvió contra los cortesanos flamencos que expoliaban nuestro país, pero lo que de verdad enfadó a Carlos I no fue que se le intentara “forzar la mano”, en expresión de su gran historiador, nuestro Manuel Fernández Álvarez, sino que se hubiesen atrevido sus responsables a “irrumpir en la casona palacio de Tordesillas, plantándose ante la propia reina Juana”, quien no solo aparece representada en la fachada universitaria, según algunos autores, sino que fue una gran mecenas del Estudio. Alicia María Cano, investigadora, así lo afirma, igual que asegura quién es el autor de esa representativa fachada plateresca, referencia universal de Salamanca: Juan de Talavera. Y no faltan documentos que afirman que esa fachada fue un regalo de la reina Juana, “La Loca”. La ofensa comunera a ésta desembocó en una siega de cabezas que el rey llevó con gran pena (“penalle”) según algunas crónicas, entre ellas la testa de nuestro Francisco Maldonado, que continúa exiliado allá en el Alto del Rollo, ajeno a la exposición comunera en Valladolid, que quizá podamos visitar el “finde” que viene. También este año echaré de menos en estas fechas comuneras la correspondencia con José Almeida, doctor Almeida, sobre quién es, de verdad, el representado en ese busto, si un frenólogo cordobés o un idealizado Maldonado.

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Me pregunto si una fuerza de paz, como la que protagonizan para la televisión Silvia Alonso y Alain Hernández, actores salmantinos, hubiese podido hacer algo entonces. Otro de los nuestros, Raúl Prieto, quizá pueda convertir en obra de teatro –como ha hecho con “Interior noche”, de Carlos Vicente, estrenada este “finde”—el documental y ahora libro sobre el presunto asesinato de Unamuno, revelado por Manuel Menchón y ahora convertido en libro con Luis García Jambrina, que puede ser una de las referencias para el Día del Libro este viernes próximo, también Día de Castilla y León, o de Villalar o de los Comuneros. Una fecha en la que suele olvidarse la relevancia de nuestro Francisco Vicente en el desarrollo estatutario de la Comunidad. El senador ucedista fue presidente de la asamblea de parlamentarios en aquellos momentos preautonómicos e intervino en la campa de Villalar durante el primer Día de Castilla y León en 1978, aunque las protestas, los gritos y la tensión apenas dejaron oírle. Sí se escuchó a don Miguel citar a los comuneros durante la proclamación en la Plaza Mayor de Salamanca de la II República en 1931, recordada esta semana, antes de que estos volviesen a ser olvidados durante otras cuántas décadas más.

Salamanca, que es también ciudad de “erasmus” y “findes” tiene ante sí uno largo y aún “perimetrado” por las huestes de Francisco Igea, que ahora va de valedor de los “papeles” del Archivo. Recuerde, “quod natura...”. “Finde” largo gracias a los comuneros, y “findes” intensos es lo que pretende la iniciativa “Salamanca finde” destinada a antiguos alumnos universitarios a los que el concejal Fernando Castaño, la profesora Celia Aramburu y el antiguo alumno José Luis Fontecilla llaman para relanzar nuestro turismo y gozar de nuevo de la apacibilidad de nuestra vivienda, que diría Cervantes, a quien también recordamos el “finde” que viene, de paso que disfrutan de nuevo de la hostelería y las calles. Ay, añorada normalidad.

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