LO mejor que ha conseguido hasta hoy la anticipada convocatoria electoral en Castilla y León, es poner a esta región en el foco de la política nacional. De repente esta tierra es clave y esa es desde luego, una buena noticia, para aliviar la sensación ... permanente de descuido en detrimento de los de siempre.

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Por primera vez estas elecciones no coinciden con otras autonómicas y municipales, y además se celebran en un escenario cambiante, por la desaparición de unos y la aparición de otros. De ahí, el desembarco diario de cargos nacionales que alternan el campo con la ciudad, la moto con el tractor o el pueblo con el barrio. Incluso el Congreso se ha llegado a utilizar para hacer campaña. Ha sido inaudito ver al gobierno lanzar en masa a sus ministros, a contestar las preguntas jabonosas de sus diputados en esta región. Mientras lo veía pensaba en lo poco que se parece la Cámara Baja de hoy a esta tierra y menos después del espectáculo de la reforma laboral. Allí domina la algarada, el desprecio al contrario, el cortoplacismo, la atomización y la puñalada trapera. Justo las antípodas de un territorio en el que no gustan ni las voces, ni las traiciones, ni las faltas de respeto al adversario y donde se siguen firmando los contratos con un apretón de manos.

Castilla y León está en el centro de todos los discursos para conseguir el disputado voto de la señora María del Carmen. Permítame ese juego de palabras con el título de Delibes y con el nombre más común entre las mujeres de estos pagos. Lo busca Pablo Casado, porque después de tres años al frente del PP, sigue necesitando reafirmarse con los de dentro y con los de fuera de su partido. También le hace falta a Pedro Sánchez para no confirmar la cara de derrota que se le quedó después de Madrid. Aspira a conseguirlo Inés Arrimadas para no continuar en proceso de demolición y Santiago Abascal para tener la llave de más puertas. Y en Podemos, como nadie sabe ya quién manda, se conforman con mantener viva la marca a la espera del nuevo o la nueva Mesías.

Todo ese peso y alguno más, recae sobre las espaldas de los candidatos la víspera de San Valentín. Porque a Alfonso Fernández Mañueco no le basta con vencer en la urnas. Tiene que gobernar si quiere ganar la apuesta del anticipo de las urnas. A Luis Tudanca le llega con poder decir que solo el CIS tenía la razón, a Francisco Igea con volver a entrar en la Cámara y a los de la “España vaciada”, les es suficiente con conseguir cualquier mínimo, antes de pensar en algún máximo.

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Por eso, Castilla y León parece contar ahora mucho más que antes, aunque siempre haya sido la región más extensa de España. Después del 13- F comprobaremos si el interés sigue vivo. No vaya a ser que a partir del 14, como suele pasar, el voto de María del Carmen ya no le importe a casi nadie.

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