Me llena de orgullo y satisfacción” es una expresión que nunca utilizó Juan Carlos I y que ha quedado en el imaginario colectivo sobre el ... discurso del rey. Esta noche, en lo hora mágica de las televisiones, España estará pendiente del séptimo mensaje navideño que dará su hijo y actual monarca, Felipe VI.

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La Nochebuena pasada fueron 25 las cadenas que se engancharon a la señal institucional que ofrece TVE. La audiencia global de todas ellas fue de 7.537.000 espectadores con un 65.1% de cuota de pantalla. Cayó algo más de cinco puntos con respecto al 70,6% de share que obtuvo en 2018. Una auténtica barbaridad en cualquiera de los dos casos si tenemos en cuenta que una final de fútbol con el partido del siglo que se juega cada año está entre el 35% y el 40%.

Desde principios de diciembre un equipo de asesores de la Casa Real trabaja en un texto que tiene que pasar por Moncloa, para su aprobación, antes de aparecer en nuestras pantallas. El mensaje se graba en el Palacio de la Zarzuela. Por si alguien aún creía que era en directo. El equipo de la televisión pública al que se encomienda esta tarea lo viene haciendo desde tiempo inmemorial con una profesionalidad sin discusión. La emisión suele durar entre nueve y doce minutos.

Me atrevo a predecir que el discurso de esta noche va a batir su propio récord de audiencia. Y no sólo por el morbo de saber cómo aborda el monarca el vodevil protagonizado por su padre y anterior Jefe de Estado. Es que este 2020 ha sido también el año que arrancamos con la formación del primer gobierno de coalición en nuestra democracia contemporánea. Dos partidos republicanos al frente de una monarquía parlamentaria con uno de los socios empeñado en incluir en la agenda política un debate que, según Tezanos el del CIS, es un “infradebate”. Y parece que tiene algo de razón si tenemos en cuenta que, en la encuesta de diciembre, la Casa Real aparece en el puesto 50 de los 55 problemas que preocupan a los españoles. Pero por si no fuera suficiente con la fuga de JC y el tándem de Pedro y Pablo, este 2020 ha sido el año del coronavirus, de la COVID-19, del estado de alarma y el confinamiento, de la desescalada y los cierres perimetrales, de los focos, el hidrogel, las mascarillas y la distancia social. Un año en el que el discurso de Felipe VI tendrá pendientes de la tele, a las 21:00 horas, a los 47.329.981 españoles preocupados por la salud, por la economía, por la tranquilidad y, claro que sí, por el anciano Borbón y su vida de rajá.

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Si yo fuera Felipe empezaría con un zambombazo: “Españoles, esta noche es Nochebuena y mañana es Navidad”.

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