Veo al presidente del Gobierno en cada una de las intervenciones públicas que sigue descamisado y ya estamos finalizando el mes de octubre y en ... pleno otoño. Parece como si acabara de llegar directo del TRD que hace el trayecto Salamanca-Ávila-Madrid, que desde que es gratis los viajeros van como sardinas en lata en algunos tramos.
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Pero no, don Pedro Sánchez Pérez-Castejón no va desharrapado porque viaje en los viejos trenes de la meseta castellana de la España vaciada, sino porque con esa estética piensa que nos está dando un magnífico ejemplo de ahorro energético, que es de lo que se trata cuando nos recomienda ir sin corbata, usar edredones gruesos o cuando nos pone los trenes gratis.
Sin embargo, a nosotros nos tiene sin poder viajar a Madrid o sin recibir madrileños en Salamanca porque ni hay plazas ni frecuencias en los benditos trenes.
El Gobierno nos puso el ferrocarril gratis a principios de septiembre -los de media distancia como los Alvia o los MD a Madrid y viceversa- y todo el mundo se lanzó a reservar todo lo que podía como si se fuera a acabar el mundo. Pero, los viajeros habituales se quejaron de que se quedaban sin asientos para acudir al trabajo, a una reunión laboral o a estudiar y el Ministerio sigue sin poner una solución después de casi mes y medio de funcionamiento de una medida caótica que es de más que dudosa utilidad.
Quien realmente necesita utilizar el transporte público ante el incremento desbocado de los carburantes se queja porque muchos días se queda sin poder hacer uso por falta de plazas cuando van a adquirir los billetes. Sin embargo, los vagones van vacíos en muchas ocasiones -quitando fines de semana-. Es decir, que quemamos carburantes y los trenes no se llenan, y no porque no haya clientes, sino porque nadie penaliza a quien hace un uso indebido del dinero público. El Gobierno mira para otro lado y la ministra de Transportes habla por hablar y dice que ya se ha introducido los ajustes necesarios para que eso no ocurra. “Problema residual”, lo llama ella.
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Tal ha sido el éxito teórico de las ocurrencias sanchistas, que la bonificación, que por cierto también pagan las rentas más bajas aunque no utilicen el tren ni para pedir en las estaciones, se ha prorrogado a lo largo de todo el 2023. Año en el que, como todo el mundo sabe, se celebrarán elecciones municipales y autonómicas en mayo y generales en el mes de diciembre, como muy tarde.
Seguro que el dispendio público no tiene nada que ver con las urnas ni con la compra de voluntades, pero lo cierto es que a los salmantinos nos están tocando mucho las narices porque siguen si ponernos la cuarta frecuencia del Alvia y eso que teóricamente hay mucha más demanda.
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Cuando acabó la pandemia, la excusa del Gobierno era que no había demanda para implementar más frecuencias entre Salamanca y Madrid. Y ahora que los trenes, según Renfe que depende del señor Sánchez, van llenos, no nos ponen más horarios porque no hay máquinas para que cubran el trayecto. Total: los salmantinos no tendremos más frecuencias ni ahora que son gratis los billetes, ni cuando dejen de serlo, pero recibiremos el mismo hachazo fiscal gubernamental que los que viven en Madrid o Barcelona y tiene todas las infraestructuras del mundo a su disposición. Es decir, que no vamos a tener más ventajas por vivir en la España vaciada, pero sí vamos a pagar como si las disfrutáramos. Y si no, al tiempo.
Por cierto, ¡a ver si se pone ya la corbata el señor Sánchez que parece que los próximos días viene una borrasca y le va a hacer falta para ahorrar en calefacción!
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