El suceso es lo contrario al del famoso de Archidona, que excitó el ingenio del Premio Nobel Camilo J. Cela. Propuso a la Diputación de ... Málaga un homenaje “al dueño de la herramienta, honra y prez de la patria”, levantando “un monolito granítico con una farola en la punta del haba... y fabricando cipotillos de solapa”. Aquello fue un desahogo de una pareja en las últimas filas de un cine de pueblo, como los que ocurrían -ha muchos años-, en nuestro cinema Taramona. Lo sucedido ayer es más traumático. Pero dejemos que nos cuente el episodio el ciego de Robliza, que se ha apresurado a ripiar la copla, del acoso de un encargado de bar verriondo a una empleada, que se tomó la justicia por su mano, rebanándole el miembro -o miembrillo-, de un tajo certero, con un cuchillo de cocina.
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Escúchenme los paisanos, charros de la charrería, arribeños y serranos, o de la Ramajería, el suceso tan penoso, que ha ocurrido en Barcelona, con motivo de un acoso, a una mujer defensora, de su honra y su persona, por parte de un tío vicioso. Fue en Sant Andreu de la Barca, en la cocina de un bar, do el encargado solía, a su empleada empotrar, sin importarle sus noes, ni su santa libertad. Aproximose el verraco, según era ya costumbre, con Paquito hecho un tío Paco, con la punta echando lumbre. Y ella, armada de un cuchillo, se enfrentó a aquel pene erecto, y lo amputó en un suspiro, de un solo corte, ¡perfecto! Cayó el cuerpo del delito, al suelo de la cocina, meneándose el rabito, cual rabo de lagartija. Y lo que dicen algunos, ¡hay que ver lo que eso duele!, aunque entre ellos a ninguno, ese tajo desconsuele. “Todo fue en defensa propia”, dice la audaz capadora, pero otros dicen que impropia, más bien desproporcionada. Una simple defensora, no debe hacer rebanadas.
Escuchadme, salmantinos, albenses, peñarandinos, si no queréis pasar sustos, regar solo vuestro huerto y con vuestros atributos, que valen vivos, no muertos. Hacer bueno este consejo: donde tengáis la olla, no seáis como pendejos y meter solo cebollas. No se os ocurra embutir, mientras no oigáis claro un ¡¡sííí!! Porque yendo por la jeta, os pueden capar. A uñeta.
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