Afortunadamente y cuando las cosas peor pintaban con ese lamentable e incomprensible bloqueo en el que han estado sumidos PSOE y Unidas Podemos y con ... el que ambas formaciones nos mareaban amenazando con nuevas elecciones al tiempo que responsabilizan y trasladan las culpas al otro, todo parece que ha sido solventado. A pesar de ello, no sobraría por si sobreviniesen problemas de última hora, que cada uno de nosotros nos estrujásemos un poco el coco aportando ideas que puedan ayudar a salir de esos puntos muertos en los que estos distinguidos y grandes hombres de estado nos sumen de vez en cuando en la desesperación más absoluta.

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Si me permiten la idea, yo propongo ponerles a los dos eminentes líderes de ambas formaciones, Sánchez e Iglesias, un casco sobre la cocorota y sumarlos a cualquiera de estas obras que vemos por nuestras ciudades con obreros trabajando en la construcción a cuarenta grados de temperatura. Ganará y podrá imponer sus tesis al contrario el que más dure de los dos en vertical sin marearse y caer redondo al suelo, producto de una insolación. Si permanece en pie Pedro, el PSOE tendrá la facultad de formalizar un Gobierno con el apoyo de Pablo que desde luego no podrá optar a esa vicepresidencia que tanto ansía, y deberá contentarse con sugerir alguna cartera de profesionales independientes de su entorno. En caso contrario, es decir, si las ambulancias se llevan a Sánchez al hospital, permaneciendo Iglesias en pie, éste podrá tener la facultad de elegir varios ministerios de cierta importancia para que Irene Montero, Echenique, Mayoral, Garzón o quien él considere, sean tenidos en cuenta como futuribles ministros por más que la idea levante ampollas en ciertos sectores.

¿Qué ocurre si por casualidad tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias transcurren toda su jornada laboral sin que ninguno presente su rendición, sufra lipotimia o insolación? En ese caso, propongo que sea ganador aquel de los dos líderes que coloque más ladrillos en la pared, cave más zanjas, o sea capaz de trasladar más sacos de cemento a la espalda a pie de obra o cualquier otra labor de esas que nuestros obreros de la construcción ejecutan maldiciendo a nuestros gobernantes mientras caen los peores rayos de sol perpendiculares sobre sus cabezas.

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