Imagínense que efectivamente ahora que el líder del PP, Pablo Casado, ha pedido la dimisión del vicepresidente Pablo Iglesias, investigado por el Supremo por este ... curioso y entretenido asunto de la tarjeta telefónica, éste le contestara que tiene toda la razón y por tanto presenta la dimisión irrevocable. Nos caeríamos de culo asombrados, empezando por el propio Casado.

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Imagínense que también dimitiera el Ministro de Sanidad, Illa, ahora que la diputada del PP, Ana Pastor, ha afirmado que no puede continuar ni un solo día más al frente del Ministerio de Sanidad, tras la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid anulando las medidas ordenadas por el Gobierno restringiendo la movilidad en Madrid.

Imagínense que también dimitiera el Ministro de Consumo Garzón al que hace unos días le pedía toda la oposición que dimitiera por sugerir que Felipe VI maniobra contra el Gobierno, o que lo hiciera el Ministro de Interior, Marlaska, al que también se le pidió insistentemente lo mismo por su caprichosa destitución del coronel De los Cobos o la Ministra de Igualdad, Montero, por aquellas manifestaciones del 8 de marzo en las que también se le exigió lo mismo.

Por no alargarnos, imagínense que dimitiera el Gobierno en bloque, desde el presidente al último mono con cartera ministerial, porque así lo pide el iracundo Santiago Abascal, líder de VOX, argumentando que es “un gobierno criminal que sólo nos trae ruina y muerte”.

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Ahora mismo no quedaría en el Gobierno de este país, ni un triste consejero gubernamental al que encomendarnos.

Lo cierto es que todos sabemos que aquí no dimite ni el gato. Un Gobierno no dimite porque se lo piden sus adversarios políticos que sólo aspiran a ocupar sus sillones para seguir probablemente haciéndolo igual de mal o peor que los que han elegido libremente los ciudadanos para desempeñar esa labor durante cuatro años.

Como se agradecería, por tanto, que en lugar de dedicar toda su energía a intereses electoralistas pidiendo todo el día dimisiones a diestro y siniestro de cara a la galería pues saben que son inútiles e imposibles, todos nuestros políticos se dedicaran a sumar esfuerzos para luchar juntos en lo que de verdad importa a los ciudadanos: aplacar esta tormenta sanitaria y económica que amenaza con llevarnos a todos por delante.

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