A penas 200 kilómetros nos separan de la capital de España. 210 para ser más exactos, desde nuestra Plaza Mayor hasta el Palacio de la Moncloa, me chiva Google Maps. Podemos trasladarnos en coche o en autobús por una buena autovía y una cara autopista. ... O podíamos aventurarnos a viajar en tren antes de la pandemia, cuando la comunicación con Madrid por ferrocarril tenía una cierta decencia. Ahora, es mejor ni planteárselo porque, como sabrán, el Gobierno ha suprimido la mayoría de los Alvia que nos dejaban en Chamartín en un tiempo razonable. Quizás cuando Pedro Sánchez, en sus alocuciones-homilías-mítines de los domingos -¿se acuerdan?- se refería a que debíamos mantener el distanciamiento social quería decir eso y no nos dábamos cuenta. No sé.

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El caso es que si el presidente deseaba aislar o poner en cuarentena a los salmantinos, lo está consiguiendo. A pulso. Y como muestra, un gran botón: Nada menos que 45 millones de euros ha dejado de invertir el Gobierno en Salamanca en los últimos dos años. Una cantidad que estaba aprobada y comprometida en los Presupuestos Generales del Estado, esos que elaboró Mariano Rajoy y que el PSOE y sus ¿socios? no han conseguido modificar durante este tiempo.

Y así estamos. Sin ejecutar las obras del enlace del barrio de Buenos Aires para conectar las autovías A-62 y A-66, sin mejorar el acceso Norte a la ciudad, sin comenzar la rehabilitación de las murallas y del parador de Ciudad Rodrigo, sin construir el tercer edificio del Centro Documental de la Memoria Histórica en Tejares -deben estar cambiando el cartel anunciador por Memoria Democrática y esas cosas llevan su tiempo-, sin terminar la reparación de la autovía entre Guijuelo y Sorihuela, sin noticias de los 900.000 euros que el Estado prometió para la celebración del VIII Centenario de la Universidad de Salamanca...

No sé a qué esperan. Algunos dirán que claro, que la pandemia está absorbiendo todos los esfuerzos gubernamentales, que el confinamiento impidió la tramitación burocrática de los expedientes, que la crisis económica emparejada a la sanitaria les obliga a mirar hacia otro lado... Ya. Creo que todos hemos visto con envidia el moreno que alguno luce tras su veraneo en La Mareta y el Palacio de las Marismillas. El teletrabajo existía mucho antes de que la ministra Yolanda Díaz -la pedagoga de los ERTEs- se sacara de la manga una ley que, según dijo, va a revolucionar el sistema laboral español. Y para salir de una crisis, hay que trabajar. Y en Salamanca hay muchos tajos donde hacerlo. Nada menos que 45 millones de euros en tajos.

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Por desgracia, la única receta que plantea el Gobierno es la propaganda. En eso son especialistas. El último ejemplo lo vivimos este domingo. Si en menos de 72 horas pierden la vida tres personas en las carreteras salmantinas, lanzamos una nota de prensa para anunciar que vamos a incrementar los controles de velocidad, alcohol y drogas en las carreteras, y que un helicóptero llegado desde Valladolid -nada menos-, acompañado de un escuadrón de drones, oteará desde el cielo charro para multar al que se pase de la raya, continua, se entiende. Como si esa fuera la solución. Desde su privilegiada atalaya podrán ver los baches de la autovía junto a la villa chacinera aguardando una reparación que lleva ya un retraso de varios años. En el despacho de prensa, lógicamente, nada se decía de cuanto tiempo iban a durar esos cosméticos controles. Es fácil deducirlo si recordamos que la mitad de los vehículos de la Guardia Civil de Tráfico de Salamanca se encuentran inoperativos.

Ya lo cantaban Los Panchos, y años más tarde Luis Miguel, en aquel bolero inmortal compuesto por el mexicano Roberto Cantoral: “Dicen que la distancia es el olvido, pero yo no concibo esa razón, porque seguiré siendo cautivo de los caprichos de tu corazón”.

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Señor presidente, trabaje un poquito, que no estamos tan lejos.

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