Estaba yo muy preocupado, al leer la noticia de las diversas personas afectadas por una infección al comer tortilla en un conocido bar de nuestra ... ciudad. Siempre he dicho que el plato español, por encima de todos los demás, es la tortilla de patatas. Porque la paella es más típica de Valencia, el gazpacho del sur, el cocido de Madrid... Pero la tortilla... La tortilla la puedes tomar (y muy rica) en toda España.

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Pues eso que estaba preocupado pensando que si después del incidente de este bar ya no íbamos a poder pedir tortilla tranquilos, y justo en ese momento me di cuenta de que había sido eso: un incidente, un accidente mejor dicho. Que hasta el mejor escribano tiene un borrón, y que, en cuanto sanidad haya comprobado que todo esté en orden, y puedan volver a abrir, yo pasaré gustoso a tomarme un pincho de tortilla.

Ingenuo de mí, pensé que la tortilla, nuestra tortilla (porque de todos es sabido que cuando hablamos de tortilla es la de patata y, para mí y la experta tortillera, siempre con cebolla) estaba a salvo. Pues no. Justo en ese momento he podido observar que hay gente para todo (y no lo digo en este caso como algo positivo) y que hay un grupo de iluminadas que defienden la teoría de los gallos violadores.

Para los que no sabéis de qué hablo os comento, son una serie de vídeos en los que defienden, aparte de cosas tan absurdas como que el veganismo es la clave para acabar con el capitalismo y el calentamiento global, que las gallinas deben estar apartadas de los gallos porque si no son sistemáticamente violadas, y aseguran que los huevos pertenecen a las gallinas por lo que “robárselos es un delito ya que las gallinas no son algo, son alguien”.

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Venga, sigamos su teoría. Hay que evitar que las gallinas sufran el heteropatriarcado y sean forzadas por los gallos, pero claro entonces habrá que hacer lo mismo con las gatas, las cerdas, las yeguas, las “besugas”, las periquitas...

Estas personas de los vídeos deben darse cuenta de que si no hay gallos dentro de unos años sus gallinas se van a morir por la edad, y se van a quedar sin ninguna porque no habrá nacimientos.

En fin, defendamos la tortilla, defendamos el derecho a decidir lo que queremos hacer sin consentir que nadie nos llame fascista (como en estos vídeos) por comer unos huevos fritos.

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