Pilar Llop dice que a veces va en el metro o en el autobús y escucha a la gente preocupada por el bloqueo del Consejo General del Poder Judicial. Difícil creer las dos cosas, a no ser que haya aparcado algún día el coche oficial, ... para subirse a una de las líneas que usan los funcionarios del Supremo, para llegar a su puesto de trabajo.
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En ellas igual sí se escucha su hartazgo por el desprestigio al que los cálculos partidistas están condenando a la institución.
La mayoría de la gente habla poco en el transporte público. Todos somos conscientes de que el resto de los pasajeros escuchan todo. La discreción individual se suele parapetar en el móvil, en un libro o incluso en una pequeña siesta antes de llegar al destino. Aunque también es verdad, que algunas veces hay quien rompe la paz del trayecto, contestando una llamada de móvil con un tono elevado de voz.
Si hay una conversación a bordo del autobús o del metro suele ser bastante trivial. El tiempo, el fútbol, una serie o el libro que acabamos de leer son algunos de los recursos más socorridos, para no parecer enfadados si viajamos con alguien.
Aun así, puestos a sacar temas más serios, no me imagino a casi nadie abordando la renovación del Poder Judicial a bordo de un autobús urbano. Y menos a “la gente”, como dice la ministra ampliando el espectro.
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A estas alturas todo el mundo sabe que lo del órgano de gobierno de los jueces está bloqueado, por la falta de acuerdo entre los dos grandes partidos. Y eso para los ciudadanos, usen el transporte público o no, no supone ninguna novedad.
En este país el consenso, esa palabra que debería ser la base de la política, es un imposible desde hace muchos años para desgracia de todos. No lo hubo durante la crisis, ni en la pandemia. Como tampoco existe para arreglar el futuro de las pensiones, acabar con la corrupción, acordar una reforma educativa, apostar de verdad por la sanidad o arreglar el problema de la vivienda. Así que como para esperar que haya un apretón de manos con la renovación del Poder Judicial.
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Para una conversación intrascendente mejor hablar de los pinchos de las casetas de las fiestas, de la lluvia que ha obligado a suspender el concierto de Vanesa Martín, del lleno que habrá en La Glorieta después de once años a pesar del precio de las entradas o de la duración de las ferias.
Y para una charla un poco más trascedente ya tenemos los precios, las facturas disparatadas que se avecinan, la subida de las hipotecas o el disgusto semanal en la gasolinera.
Lo del Consejo General del Poder Judicial es cosa de ellos, de los políticos, que por cierto, vuelven a estar entre las mayores preocupaciones de los españoles en el último CIS. Igual tiene algo que ver que no escuchan bien lo que dice la gente, porque como Pilar Llop cogen líneas de autobús o de metro con las que nadie se identifica.
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