Carlos Martín, lector de LA GACETA, denunciaba ayer en estas páginas, foto incluida, el lamentable estado de abandono del carril bici que discurre junto a ... la carretera de Ledesma y que une la urbanización Los Almendros con el parque de Valcuevo.

Publicidad

Aparentemente se trata de un “desarreglo” puntual, de los muchos que vemos -y sufrimos- todos los días. Pero no, no es un “desarreglo”, es otro caso entre miles de la falta de atención que las administraciones públicas ponen en los servicios que se prestan a los ciudadanos, y por los que pagamos muchísimo dinero a través de los impuestos; unos desorbitados impuestos para lo que recibimos a cambio: falta de autovías, falta de trenes, falta de centros de salud, falta de gestión del personal, falta de parques, falta de mantenimiento general, falta de control del gasto público... Suma y sigue.

Alguien saldrá diciendo que el carril bici mencionado ha dejado de mantenerse por causa del confinamiento, y es que todo vale a la hora de buscar excusas para no salir a trabajar. Lo de siempre, trabajamos cuatro, bueno tres, pues mientras escribo alguien habrá cogido una baja “médica”, se habrá prejubilado, lo habrán arruinado, seguirá en un ERTE, o directamente habrá tirado la toalla, pues desde hace ya tiempo en la calle se respira un ambiente de rendición ante la vida, y sobre todo rendición ante el trabajo.

Cuando era pequeño, era habitual ver a los abuelos, a los jubilados, corrillos de gente satisfecha con cara y arrugas del deber cumplido, alrededor de una zanja donde los obreros se afanaban con el martillo y el hormigón.

Publicidad

La calle era para ellos un entretenimiento, lejos de las series de Netflix, de las obligaciones actuales con los nietos, y lejos sobre todo del embrutecimiento general que sufre el Hombre del siglo XXI. Y embruteciéndonos más.

Hoy, en cambio, ver trabajar no es un entretenimiento, es un sufrimiento, un castigo.

De ahí esa expresión popular de “que trabajes poco”, cuando lo que deberíamos desear y desearnos sería “trabajar mucho”, y no por dinero exclusivamente, sino por salud mental.

Publicidad

Por lo tanto, quién en un ayuntamiento, en una diputación, en un Ministerio de Fomento se va a preocupar porque un carril bici esté intransitable, un jardín perdido, o una autovía llena de baches. Si en condiciones normales ya costaba trabajar, el virus chino ha sido la excusa perfecta para que todo esté patas arriba, me da igual un hospital que lleva 20 años queriéndose construir, como el de Salamanca, y que nunca se termina, que un carril bici.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad