Recuerdo que hace veinte años Salamanca fue Capital Europea de la Cultura. Lo recuerdo muy bien porque, en ese momento, yo estaba de becario en ... este periódico en el que ahora te voy contando las cosas que se me pasan por la cabeza. Han pasado veinte años, madre mía cómo pasa el tiempo (frase típica que demuestra que me he hecho mayor, lo reconozco). Y fue un año apasionante porque, en mi condición de periodista, (en prácticas, sí, pero periodista), tuve que acudir a un sinfín de eventos (exposiciones, charlas, conciertos...). Y sí, ya han pasado veinte años, y sí, son muchos años. ¿Eso quiere decir que Salamanca ha dejado de apostar por la cultura? Ni mucho menos. Los salmantinos mamamos la cultura como un cachorro recién nacido. Con ansia, con inmediatez y con naturalidad.

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La cultura nos mece desde nuestros primeros años, nos lleva por nuestro período de formación y nos llena cuando somos ya miembros de pleno de la sociedad. Si tienes alguna duda de ello, basta con que te fijes en los llenos de las muchas, y muy buenas, actividades que nuestra concejala de Cultura, María Victoria Bermejo, nos brinda a los ciudadanos. Muestras de todo el mundo, en sus diferentes manifestaciones, se asoman entre la piedra de Villamayor para dejarnos ver lo que hay fuera de nuestras murallas.

Y está genial, pero ¿y lo nuestro? Nuestra cultura charra. Pues bien, me alegro de poder decir que nuestra concejala y nuestro alcalde (me gusta poder llamarlos así, al revés que nuestro presidente del Gobierno, que me duele tener que reconocer que lo es. Sin mi voto, pero lo es) apuestan y defienden lo nuestro. Han venido a hablar de nuestro libro.

Porque la tenemos, y mucha. Porque debemos empezar a darnos nuestra importancia, valorar todo lo que podemos ofrecer, todo lo que nos ha llegado de nuestros padres, nuestros abuelos...

Y ahí tenemos a Carlos García Carbayo haciendo las américas, concretamente México, vendiendo todo lo bueno que Salamanca tiene. Hablando de patrimonio, de industria, de innovación...

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No olvidemos que con México nos unen muchos lazos gracias a los charros. Que nuestro botón charro y nuestra filigrana charra (a los que habría que conocer y valorar un poco más) se han colado en sus tradiciones y trajes típicos por un pasado en común.

En el mundo global en el que nos va tocando vivir, no es malo, de vez en cuando, mirarnos un poco el ombligo y, desde una actitud crítica, pero justa, reconocer y valorar toda la cultura que Salamanca, y los salmantinos, tenemos para ofrecer al mundo

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