Espejito, espejito, de todos los hombres del reino quién es el más bello, más fornido y acertado? preguntaba embelesado el brujo Pedro al “espejo oráculo” ... de sus quehaceres. Bien es cierto, que durante años su querido oráculo Tezanos había encandilado con sus pronósticos al infeliz, pero ya desde hacía algún tiempo sus respuestas no eran lo suficientemente claras y hacían que el brujo viviera en un estado continuo de ansiedad.

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Llevaba ya varios meses que su belleza había decaído, lo mismo que la luminosidad de su mirada. Ahora el espejo le devolvía una imagen mucho más avejentada, con canas, una delgadez que no era fruto de su habitual belleza, sino de no dedicar tiempo suficiente al descanso.

Portaba un rictus facial quebrado y algo envenenado, por la cantidad de flancos abiertos que tenía en una guerra que, a todas luces, se prometía larga y dura.

Muchos de los suyos empezaban a hacer críticas solapadas y aunque su propia “Navaja de Ockham” afeitaba, cada cierto tiempo, a los pelos más rebeldes y encrespados de su equipo, estas situaciones le provocaban una inestabilidad que debía, por imperativo personal, solventar de manera rápida y certera. Su objetivo siempre era poder pasar revista con más porte y elegancia que su propio Rey.

Así las cosas, el pobre brujo no obstante, obtenía de vez en cuando algún que otro éxito, como la cumbre de la OTAN o el repunte de los empleos de los meses de verano, fruto sin duda de la necesidad de un pueblo dispuesto a quemar los últimos cartuchos de ocio antes de afrontar un otoño que se preludiaba terrible y caótico. Pero como en esta querida España la frase más habitual es ¡otra de gambas! el propio pueblo se convertía en el perfecto acompañante del truhan.

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Al pobre brujo se le reproducían los enanos como por esporas: la debacle en las elecciones andaluzas, un país en llamas, unos vascos dando la matraca, los catalanes ídem de ídem, la sentencia de la Audiencia de Sevilla por los eres, la guerra de Putin, la “cagada” con Argelia, la bajada de pantalones con Marruecos, la crisis energética, la subida “sine die” de carburantes, electricidad y cesta de la compra...y todo en ciernes de una recesión y una crisis que no se recordaban desde la Segunda Guerra Mundial. Y mientras Alemania piensa en octubre, nuestro brujo no es capaz de ver en su espejito los terribles nubarrones que se vislumbran tras su espalda en el espejo de la realidad.

Este ojo que observa hoy le dice: “No es oro todo lo que reluce mi querido brujo y en la esquina derecha de tu espectacular espejo asoman otros que tienen ganas de derribar a aquel que pacta con quien sea con el fin de seguir frente a una realidad que no aguanta más mentiras”.

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Lo curioso es que sus adláteres ni ven, ni oyen, ni entienden... ¿O simplemente no les interesa salir del espejo?

Cuentos de una noche de verano.

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