Hay que reconocer que este Gobierno que nos ha tocado en desgracia consigue, en ocasiones, objetivos que ni él mismo había soñado.
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Hace unos meses se inventó un Bono Cultural con el que pretende comprar el voto de los jóvenes que llegan a la mayoría ... de edad este año. Así de claro. 400 “napos” para cada chaval envueltos en celofán pseudocultural. El 58 por ciento de los jóvenes españoles que podían acceder a este regalo se apuntaron. El porcentaje llegó al 63 por ciento en Castilla y León, y en Salamanca ascendió al 67.
Y es que, por si alguien lo dudaba, aquí siempre hemos tenido más interés por la cultura que en ningún otro sitio. O por lo que Miquel Iceta y sus mariachis entienden por cultura. Porque 100 de esos 400 “pavos” deben consumirse de forma digital o en línea. Mi hijo -que a la sazón cumplió los dieciocho en febrero- ya nos ha prometido de regalo de Navidad la suscripción a HBO para ver “La Casa del Dragón”. Sabe que su padre es como Pablo Iglesias, muy ‘friki’ de “Juego de tronos”, y que la economía familiar no está para mantener plataformas de “streaming”. Otros 100 “lereles” han de gastarse en productos físicos, tipo libros, revistas, prensa (ojalá), partituras, CDs y DVDs (¿todavía quedan?), videojuegos... Y aquí es donde han despertado la vocación emprendedora de la juventud española. Porque muchos de estos chicos ya están revendiendo por Wallapop, sobre todo, los videojuegos que han adquirido “by-the-face”. Que las copas están muy caras.
Evidentemente, los otros 200 “leuros”, los que están destinados a conciertos y festivales o a ir al cine -que no a los toros-, los utilizarán en consumo propio salvo que la cosa de las copas se ponga muy malita y haya que echar mano de recursos. Este tipo de entradas tiene muy buena salida, dicen.
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Por si no se habían enterado, 2022 es el año del Renacimiento cultural en España. Hay “hambre de cultura”, como reza la millonaria campaña publicitaria que acaba de lanzar el ministerio ilustrado. ¿No lo habían notado? Los jóvenes, sí. Es tal el frenesí cultural que se ha desatado -hay colas para visitar las salas de exposiciones- que el Gobierno ya trabaja en una segunda convocatoria de este bono, la cual harán coincidir sin pudor alguno con las elecciones municipales. Es decir, ya prepara otra fiesta que vamos a pagar de nuestros bolsillos todos los españoles.
Este tipo de regalos, como el de la gratuidad de los abonos de trenes de Media Distancia y los Alvia que conectan Salamanca con Madrid, tienen mucho peligro. Y dan lugar a un hecho metido hasta los tuétanos en la idiosincrasia patria: la picaresca.
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Como ya habrán visto en las denuncias de las páginas de este periódico, hay personas que venden billetes de tren que han conseguido gratis gracias a la promoción gubernamental en fines de semana en los que los vagones ya están completos. Es más, hay incluso plataformas online de viajes que ponen a 90 euros los mismos billetes que podían conseguirse días antes de forma gratuita. Todo un despropósito.
El problema de todo esto es que ni los jóvenes que alcancen la mayoría de edad este año van a subirse al carro de la cultura por el cheque gubernamental, ni tampoco se van a convertir en emprendedores a las primeras de cambio con la reventa de un videojuego. Al contrario. Muchos de ellos seguirán pirateando todas las plataformas musicales o de películas que puedan si les gusta la música o el cine.
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Y si el Gobierno piensa que les van a votar porque les regalen 400 euros para irse de festival, no tiene ni idea de cómo funciona la cabeza de un joven.
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