No vi a Ana Pastor numantina ante una reforma de la Constitución. Estaría de acuerdo si hay consenso y este solo puede salir de ... la concordia: mire usted a ver si tenemos el patio para ello. Mientras el alcalde Carbayo y el rector Rivero hablaban de “concordia” en el Ayuntamiento -un paraguas bajo el cual se programa cultura- Pastor lo hacía en Derecho de consenso. Muy cerca de la Facultad hay una glorieta que recuerda a Adolfo Suárez, que tanto trabajó el consenso, y en la calle de San Pablo la puerta de una residencia universitaria evoca a la concordia. Se dice que en ella firmó Juan de Sahagún –aún no era santo, pero iba para ello- con los nobles enfrentados la paz de Los Bandos. Hay una plaza de Los Bandos y otra dedicada a la Concordia. Ana Pastor dio el relevo a ayer a Manuela Carmena, que es una mujer cordial y amiga del acuerdo, que cuando pisa Salamanca recuerda a los abogados asesinados en la Matanza de Atocha, entre los que estaba nuestro Serafín Holgado. Ella pudo estar entre las víctimas de aquel desastre, que aún hoy se recuerda e incluso es actualidad por la detención de uno de los condenados que se dio a la fuga. Anda que si en aquellos días no hay ni consenso ni concordia... La “Casa de la Concordia” de la calle de San Pablo lo es, en realidad, de “Las Batallas” (¡qué curioso!) aunque luzca en su puerta el “Ira odium generat, concordia nutrir amoren”. Si le pregunté a Ana Pastor por la reforma constitucional es porque me barrunto que en esta legislatura va a haber lío.

Publicidad

La expresidenta del Congreso de los Diputados, que anduvo como otras figuras por las aulas salmantinas, en este caso las de Medicina, sabe muy bien lo que es el hornazo. Y cuando digo muy bien es muy bien. Santo y seña de la gastronomía salmantina que tiene entre sus fines el ser obsequio y así lo entiende nuestra actriz Silvia Alonso, que le llevó al plató a David Broncano –uno de los humoristas de moda- un buen hornazo. Algo debe saber del famoso hornazo Broncano siendo como es amigo de Quequé, otro humorista salmantino. Si cito al hornazo es porque ya comienza a marcar el paso: los de la Fregeneda dieron cuenta de él a costa de las Candelas y alguno más cae en Carnaval. Estamos casi en su tiempo. La lamprea también está en su temporada, como el cocido, que es otra historia. Un bicho que siempre ha encontrado acomodo en “Casa Paca” y del que es devoto Germán Hernández. Un bicho casi extraterrestre, prehistórico, feo como un demonio y, sin embargo, rico, y no diga lo contrario en Galicia, donde Álvaro Cunqueiro y Gonzalo Torrente Ballester elevaron a la lamprea al orden de figura literaria. Inolvidable aquella cita de don Gonzalo en “La saga/Fuga de J.B.” en la que hablaba del imaginario Castroforte de Baralla, pueblo con lampreas, un cuerpo Santo aparecido en el agua y locos que dicen muchos disparates. Y por cerrar, por ahora, las cosas del comer: se abre el tiempo de la trufa negra en el “Mesón” de Gonzalo Sendín: estamos como queremos.

Echamos de menos a nuestros Gonzalos, a pesar de su presencia en el “Novelty” y la Plaza del Poeta Iglesias, y también a Basilio Martín Patino, que fue consumiéndose hasta que un día desapareció, se fundió con el entorno y vaya usted a saber. Vuelve hoy a Salamanca en forma de exposición para recordarnos que hay que escribir más a Berta, desconfiar de caudillos, ver el lado humano hasta en los verdugos y cantar para celebrar la paz, aunque sea con canciones de la guerra. Es en Fonseca, por donde anduvo el gran Basilio rodando aquella “Nueve cartas a Berta”, que es también un retrato de la Salamanca de entonces.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad