D ÍAS atrás era Fernando Castaño, concejal de Turismo, quien nos despachaba un discurso advirtiéndonos de que ciertas autoridades, incluso de su partido, estaban exagerando ... las incidencias del Covid en el ocio nocturno y eso nos amedrentaba e impedía que saliéramos a llenar las discotecas, supongo que, a bailar reggaetón, pues eso es justo lo que nos conviene para remontar el vuelo.
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Esta semana pasada, sin embargo, le ha tocado el turno a Juan José Sánchez, concejal de Promoción Económica y Comercial. Por si no tuviéramos bastante con la paliza de los antivacunas y los defensores de las más peregrinas teorías conspiratorias, pareciera que en nuestro ayuntamiento también hicieran un sorteo entre los concejales para que uno de ellos salga semanalmente en rueda de prensa -eso sí con mascarilla y guardando las distancias- a soltar los más colosales e irresponsables disparates.
Suelen comenzar con obviedades como los estragos que está causando la pandemia en ciertos sectores de nuestra economía (sólo en esos sectores de los que ellos se ocupan, obviando que la crisis nos afecta a todos) para a continuación comenzar con sus imaginativos símiles. Dice Juan José Sánchez: “Cuando te prescriben una vacuna hay que valorar los efectos secundarios, porque puede ocurrir que sean peores que la propia enfermedad”. Tomen nota los investigadores por si nuestro concejal les acabase de abrir los ojos.
Y traduzco el símil, para que lo entiendan hasta los niños, aunque estos ya se han hecho cargo del problema en sus colegios: Lo que viene a decir el concejal, contradiciendo al Gobierno autonómico, al central, a las autoridades sanitarias y hasta al sentido común, es que es mucho menos dramático que la palmemos a que tengamos que cerrar nuestro negocio. O dicho de otro modo: para él es mucho más terrible que en la próxima cena de Nochevieja echemos en falta los langostinos y el champán que a nuestros padres o abuelos que años anteriores solían acompañarnos en la mesa.
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No sé cuántos concejales salmantinos irán saliendo las próximas semanas con el mismo cuento, pero sería aconsejable que además de salir por ahí a alternar, fueran igual de valientes para darse un paseo por el Hospital y que escuchen a los enfermos y al personal médico a ver qué opinión les merecen sus estúpidos símiles.
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