Con el frío que hace, el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, aseguró ayer que en ningún momento se le ha pasado por la cabeza destituir a su vicepresidente, Juan García Gallardo, a pesar de que se las prepara como ... Amancio cuando menos se lo espera. La última le ha costado seguro un tirón de orejas de Feijóo, que no puede permitirse errores de comunicación tan graves por parte de nuestro Gobierno regional, que regalen balones de oxígeno a Pedro Sánchez en estos cruciales momentos. Además, parece ser que -de momento- tampoco piensa convocar elecciones anticipadas, a pesar de que gobernar en compañía de Vox comienza a ser insufrible. Y es que en la calle hace mucho frío y los comicios los carga el diablo. Bien lo sabe.
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Con el frío que hace, este fin de semana un árbitro ha tenido que suspender un partido del Grupo II de la Tercera División de Infantiles -chavales de 13 y 14 años- porque varios padres se estaban peleando en la grada. Y otro colegiado se vio obligado a detener durante diez minutos otro encuentro de Alevines en Ciudad Rodrigo por un motivo idéntico. Hay formas más interesantes, y sobre todo edificantes para los hijos, de entrar en calor. Una buena camiseta térmica, unos guantes y una bufanda no deberían faltar nunca en el kit del padre o madre del jugador de fútbol. Y muchas dosis de sentido común. Que todavía hay mucho progenitor suelto pensando que tiene al nuevo Cristiano Ronaldo en casa. O al nuevo Messi. No sé qué es peor.
Con el frío que hace, parece que a los jóvenes salmantinos se les están calentando los cascos una vez superada la pandemia. A la Policía y a la Guardia Civil les preocupa que el año pasado se produjera una pelea cada cuatro días en Salamanca, casi el doble de altercados nocturnos que hace cinco años.
Con el frío que hace, no entiendo por qué se quejan tanto los pasajeros de los trenes de Media Distancia que comunican Madrid con Salamanca los viernes y los domingos. Viajar durante tres horas de pie, como sardinas en lata y con la mascarilla puesta resulta cuando menos una forma calentita de trasladarse. Ya saben, es la inteligente idea que ha tenido Renfe para solucionar el problema de los trenes vacíos por el mal uso que muchos ciudadanos habían hecho de los abonos gratuitos. De locos.
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Y con el frío que hace, no puedo dejar de preguntarme qué hacen en Salamanca una decena de jeques árabes, de los que manejan petrodólares a tutiplén, pensando en convertir los alrededores de la capital en la primera de las veinte “Ciudades de la Paz”. Pudiendo disfrutar de un clima más agradable en cualquier parte del mundo, van a pasar una semana por estos lares planeando cómo invertir 15.000 millones de euros en la construcción de una urbe alucinante que ocuparía desde Matacán hasta Doñinos, con un tranvía y un telesilla, una granja de peces, un planetario, un parque de diversión familiar, una ciudad tecnológica con estudios espaciales y de videojuegos, un centro de realidad virtual, una zona de investigación y desarrollo, una ampliación de la zona logística y del aeropuerto, un club de campo y hasta una zona de lujo (a saber qué será esto). Vamos, que de ser cierto, las torres de la Catedral se quedarían pequeñas y el turista ya no vendría interesado por la fachada plateresca de San Esteban o la curiosidad que despierta la Casa de las Conchas.
Con el frío que hace, me quedo con estos jeques, ataviados con sus dishdash y sus ghutras, que al menos me hacen soñar en cosas bonitas para mi ciudad.
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