Nos hallamos a merced de las olas. Las olas del mar, por supuesto, pero también las olas de covid, que van y vienen, las olas ... de incendios, o las olas de calor, determinadas a quedarse quietas y dejar la vida corta y errante de olas. Los expertos del tiempo dicen que es muy raro que las olas de calor duren tanto. Mi amigo Víctor, que surfea Twitter como Meteoyayi, está pendiente de su estación meteorológica y de tener a punto la batería de su silla de ruedas por si hay que salir tras una tormenta también lo dice. Es aficionado, pero habla de tú a tú con los documentados hombres del tiempo, y llegado el caso con los agricultores y ganaderos de la zona a golpe de refranero. Pues eso, que dice que tanta ola de calor no es normal y menos que duren tanto. Antes le tomaba el pelo con aquello de que ahora llamamos ola de calor a lo que entonces era verano, pero no me atrevo a sacar semejante argumento con la que está cayendo. Manuel Mora, delegado de la AEMET en la Comunidad, avanzó que sería un verano seco y cálido, y de momento el tiempo no le quita la razón. Mora es autor de una serie sobre el tiempo y el Museo del Prado muy celebrada e interesante, que saca a la luz ese toque de tipo del Renacimiento que tienen los que pasan con provecho por las aulas salmantinas como es su caso. Estoy seguro de que hará buenas migas con Víctor si alguna vez se conocen. Migas, mi plato favorito. Esta semana Leo “Montero” me ofreció unas que me supieron a gloria, tanto como las historias que después él y Germán “Casa Paca” me contaron de sus pueblos. Ahí tiene algo tan sencillo como las migas y resultan ser —bien hechas— una joya de la cocina y la mesa, ricas si hay ola de calor o es de frío. Plato humilde, aunque a mí me parezca aristocrático, digno de una cumbre de la OTAN. Como las alpargatas. Ay, si donTeodoro Jiménez, Tejisa, levantase la cabeza. La moda, la cocina, también se rige al ritmo de las olas. Ojalá venga una ola de migas y llueva café.

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Supongo que ya le habrá venido a la memoria —quizá la esté canturreando— el clásico de Rocío Jurado “Como una ola”, que habla de marineros, como otro clásico de Isabel Pantoja —este de marinero de luces— que ha reaparecido en bata de cola y dejado a todos con un no sé, hablando del “Orgullo” y de que era “una más de ustedes”, dirigiéndose a un auditorio mayoritariamente gay. “Como una ola” triunfa en los karaokes LGTBI+ me dicen mis conocid@s, que llevan unos días como loc@s a cuenta del “Orgullo”. El creador de la canción es José Luis Armenteros, que fue de Los Relámpagos y compuso muchas canciones para Nino Blavo —“Un beso y una flor”— e incluso fue el creador de aquel “Libertad, Libertad”, de Jarcha, que igual la Ley de Memoria Histórica pule a petición de los revisionistas de la Transición. Espero que no. Estamos en plena ola de revisionismo, que es algo que personalmente me aterra. La reaparición de la Pantoja, siempre en revisión, y su afirmación ha provocado la activación de olas de recuerdos en los que aparece Encarna Sánchez, reina de las noches de radio, y también María del Monte, que fue más directa en su anuncio. Pero sobre todo, ha reactivado los ”Sálvame”, demasiado centrados en Rocío Carrasco y la familia Ortega, aunque todo quede en casa. Es una ola, me dicen mis referencias en la Facultad de Comunicación.

Estamos a pocos días de conmemorar 210 años de la Batalla de Los Arapiles a las puertas de Salamanca. Batalla que cambió el curso de la Historia y abrió el declive de Napoleón. Lo dicen nuestros napoleónicos Miguel Ángel Martín Mas o Nicolás Benet, por ejemplo. También Raúl Bellido, el “Primer Edecán”, en internet. Si uno lee los “Episodios Nacionales” descubre que Galdós lo insinúa. Don Benito escribe mucho de Wellington, cuyo estuche de campaña de aseo anda rodando por Salamanca como pieza de museo, y del que se acaba de decir que tenía “cola vestigial”, o sea, una “cola de rata de unos 21 centímetros”, que le salía a la altura del coxis, según el escritor Roberto Montero González en una sección de “El País” titulada “Hacha de piedra”. Por ello, el héroe inglés, con su medallón en la Plaza Mayor y su inolvidable recuerdo en Ciudad Rodrigo, precisaba una silla de montar especial. Por esa cola. En fin, sirva lo anterior para que no olvidemos la efeméride entre olas y colas, ni que uno de los cuadros analizados por nuestro meteorólogo Manuel Morán tiene de protagonista a Napoleón en plena nevada.

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