MIENTRAS los “instagramers” de Occidente encienden sus velas de cocodrilo, iluminan sus edificios con el cielo y el trigo ucranianos, y juegan a los sentimientos ... ateos con el “hashtag” #prayforukraine, el canalla de Putin arrasa a bombazo limpio Ucrania. Y el mundo, nuestro mundo LIBRE, ni siquiera contiene la respiración, apenas balbucea, como Biden, como Ursula von der Leyen, como Guterres, ¡qué pena de mundo libre!, con lo que les costó a nuestros abuelos, a nuestros padres forjarlo, ganarlo; con lo que costó tirar el muro de Berlín aquel 9 de noviembre de 1989, cuando la libertad al fin fue nuestra, toda nuestra, el sueño del general Patton hecho realidad. Lenin, jódete. Eso creímos. La democracia, la libertad y el capitalismo al fin funcionando a toda máquina. Eso creímos.
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El muro cayó, los “McDolnald’s” llenaron Moscú, Clinton reeditó Camelot, y nos subimos a una ola de bienestar. Por primera vez las nuevas generaciones no teníamos ninguna deuda con el pasado, y Franco (¿Franco quién?) descansaba olvidado en algún lugar de la sierra de Madrid. Hasta que un mal día, casi de repente, el mundo se levantó resentido y sobre todo ignorante, orgullosamente ignorante, el verdadero monstruo que nos laminó. De repente también empezaron a salir mediocres de debajo de las piedras y, lo que parecía imposible, que semejantes mindundis alcanzaran el poder, ocurrió... Solo en España, de Zapatero a Pablo Casado, elijan a su tontito con bastón de mando. De repente, digo, nadie al volante, como si todos nuestros mejores valores occidentales, interconectados por la libertad, hubieran quedado enterrados bajo los escombros de las Torres Gemelas.
Entran los blindados rusos en Kiev y los Winston Churchill ya no están para poner orden y concierto. Sí está, en cambio, Pablo Casado, escondido en algún rincón de su casa. Quizá crea que con lo de Ucrania se olviden de él y nada de lo ocurrido, la descomposición del mediocre en directo, haya sido real. No, Señorito-Presidente-Casado, usted no volverá por mucho que se empeñe: pero vuelven Feijóo, Pons, Gamarra, y como nos descuidemos se presentan hasta Rajoy o Soraya Sáenz de Santamaría, empeñados como están en hacer del mundo un lugar gris y cobarde: de la España muerta al Washington en ruinas, da igual, mires a donde mires faltan ideas frescas, faltan mujeres (y algún hombre), faltan valor y pasión, pero como dijo Churchill, “el mejor argumento en contra de la democracia es una breve charla con el votante medio”. Y por ello ha sido invadida Ucrania. La mediocridad traga con todo, que ya escampará.
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