La tropa futbolera de la velada televisiva de El Chiringuito, capitaneada por Josep Pedrerol, visitaba el pasado jueves nuestro Palacio de Congresos iniciando lo que ... anuncian como una gira por toda España. Y allá que nos fuimos unos cuantos colegas a los que nos vuelve locos de remate cualquier discusión futbolística por alborotada, gallinácea y amarillista que está pueda llegar a ser.
Publicidad
Lamentablemente, el recinto, como muy bien nos advirtió un agente de policía destacado en el lugar, solo disponía de mil cincuenta localidades y nosotros pertenecemos a la peña de los que siempre llegan demasiado tarde, así que nos quedamos sin poder entrar después de chuparnos una cola kilométrica.
La vida se ha puesto tan complicada últimamente que ya ni siquiera se nos permite disfrutar de placeres tan humildes, baratos y ordinarios como pueda ser el de unos cuantos comentaristas deportivos de bufanda, lanzándose a la cabeza su habitual colección de improperios, zascas y viejas hazañas para demostrar que su equipo sigue siendo el mejor del mundo aunque por momentos la realidad demuestre todo lo contrario. El caso es que tampoco queríamos volvernos a casa de vacío. Así que decidimos aprovechar la noche improvisando allí mismo, en la cola, nuestra propia y particular tertulia.
Publica estos días el filólogo Carlos Marzal una especie de tratado literario de filosofía epicúrea en el que reivindica la felicidad que nos procura este deporte de 22 tipos corriendo tras un balón y que ha titulado “Nunca fuimos más felices”. Comienza diciendo que el fútbol es demasiado serio para dejarlo en manos de los profesionales. De acuerdo con él al cien por cien. El fútbol que nos lo dejen desmenuzar y analizar a nosotros, los buenos aficionados que acaso no estamos tan contaminados de prejuicios e intereses como los señores Roncero, Lobito Carrasco o el gran Jorge D’Alessandro.
Publicidad
De hecho, en ninguna tertulia futbolística he visto brillar tan claramente la sabiduría, la objetividad, el comentario ponderado y la sensatez más absoluta como en la que montamos mis colegas y yo en la cola de fans del Chiringuito el pasado jueves. Una pena que no nos vinieran a grabar con alguna cámara. Pero aquí quisiera dejarles la conclusión. Todos a una coincidimos sin griterío, cacareo, malas palabras o falsas impresiones en la verdad más absoluta: No existe ni ha existido ni existirá ningún otro equipo tan grande como el Real Madrid.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.