No hay peor ciego que el que no quiere ver. Y Casado no quiere entender el zurriagazo que le metieron el domingo las urnas a ... su errática política. El PP no solo no fue capaz de conseguir alguno de los 30 diputados que perdió Ciudadanos, si no que perdió uno con respecto los que tenía.

Publicidad

La noche electoral salió el secretario general, Teodoro García Egea, y señaló al acuerdo de Bárcenas con la Fiscalía y a la corrupción del pasado como causas de la derrota. Para él no cabe ninguna duda de que Rajoy, que se fue a su casa hace ya casi hace tres años, es el culpable de la muerte del toro que mató a Manolete. Pasará una década -esperemos que no- y seguirá Rajoy como objetivo de todos los males que acechan a los nuevos inquilinos de Génova. Y Casado ya tiene a sus espaldas cuatro reveses electorales, dos de ellos han hecho historia y han dejado en la irrelevancia al PP: Cataluña y el País Vasco. Lo que ocurre es que el triunfo de Feijóo en Galicia tapó en buena parte el fiasco de Carlos Iturgaiz, el candidato que “repescó” Casado procedente de la vieja guardia aznarista para recuperar la confianza de los vascos.

Nadie dice que Alejandro Fernández fuera un mal candidato. El problema es que mucha gente se preguntaba quién era el cabeza de la lista del PP en Cataluña, porque la campaña la protagonizó Casado y la tuteló Teodoro García Egea, pero ahora ni uno ni otro quieren administrar la responsabilidad de la gran derrota. Repito la cuarta en los casi tres años desde que la nueva dirección se hizo cargo del PP.

El único que ha conseguido aprovechar las debacles del PP y, sobre todo, de Ciudadanos ha sido Vox. El triunfo de su candidato Ignacio Garriga y de Santiago Abascal se lo deben en buena parte a los errores de Pablo Casado. La soberbia con la que contestó Casado al líder de Vox en la moción de censura soliviantó a mucha gente del centro-derecha, votante del PP, que desea una reunificación de todo el centro derecha. Pero también enfureció al electorado del partido ultraderechista, que motivado y agradecido al liderazgo sin complejos de Abascal acudió a votar venciendo al miedo al virus.

Publicidad

Casado se equivocó de enemigo político y decidió atacar personalmente a Santiago Abascal, reprochándole que el PP fue el partido que le dio trabajo durante quince años. Por cierto, es el mismo partido que ha empleado al líder popular y de forma remunerada al menos desde 2007 como diputado de Madrid.

Un miserable reproche personal, que además de mal estilo, denota incompetencia para hacerse con los votos que en su día perdió el PP y se refugiaron en las filas de Vox. Malo para liderar el centro-derecha como alternativa al Gobierno social-comunista. El derechazo personal de Casado enfadó a mucha gente y la ignominiosa mentira sobre su versión del 1 de Octubre, cuando se produjo el intento de golpe de Estado en Cataluña, acabaron por poner blanco sobre negro su incapacidad y su falta de fiabilidad como líder político. La hemeroteca le recordó que defendió como vicesecretario de Comunicación en el PP la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pero muchos de los ministros que estaban entonces le recordaron que él no formaba parte del Gobierno y por tanto, no estuvo nunca prevista su intervención ante los medios de comunicación. Nada que ver con la versión que ha defendido ahora y de su intento de desmarcarse de la actuación del Gobierno popular para defender la unidad de España y el orden Constitucional. Hasta Feijóo, harto ya de aguantar las adolescentes ocurrencias, salió a corregir a Casado.

Publicidad

La última agudeza para sostener y no enmendar los errores es vender la sede de Génova y trasladarla a otro edificio, como si con ese gesto –que por cierto ya se le ocurrió a muchos antes que a Casado- se convirtiera en un líder reconocible. Y todavía pude ser mucho peor si su amigo Egea tutela la renovación del partido, que es tanto como colocar a los amiguetes en los distintos territorios.

Si no endereza el rumbo, Casado ahondará en la división interna, en los bandos de los buenos y los malos y en lugar de vender Génova, tendrá que colocar un cartel que diga: cerrado por defunción. Un partido no se puede hacer solo con los amiguetes o con la pandilla. No.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad