Perdonen si me repito, pero todos los años por estas fechas, al día siguiente de la llamada Nochevieja Universitaria, asistimos a la monumental propaganda de ... la cara y la cruz de una misma moneda que sobre la ciudad se manifiesta fundamentalmente en medios de comunicación y redes sociales.

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En la primera cara de la moneda, vemos la fotografía lejana que pudieran disparar los drones, con la imagen iluminada de nuestra preciosa Plaza Mayor abarrotada de gente joven, en su mayoría universitarios, algunos con capirote de Papa Noel, que se divierte sanamente masticando unas inocentes gominolas y que se besa y se abraza deseándose un feliz año nuevo antes de partir a sus lugares de origen tras finalizar el primer trimestre del curso en una fiesta cosmopolita a la que también llegaron distintos estudiantes de otras universidades españolas y extranjeras.

En la cruz de esa moneda, las cámaras se acercan al objetivo con más detalle (en general suelen tratarse de las cámaras de los propios móviles de los asistentes) y lo que nos ofrecen es una fotografía mucho menos estética de una plaza cubierta de basura hasta los topes, una hilera de gamberros orinando sobre las fachadas de monumentos emblemáticos de Salamanca, la Policía yendo de un sitio para otro intentando disolver botellones o la Cruz Roja atendiendo en una esquina a alguien que cayó fulminado después de ingerir unos libros de sabe Dios qué oscuro jarabe.

Es seguro que hay intereses creados de quien sólo ve la primera de las dos caras de esta moneda, pero es de una negligencia y torpeza absoluta que nuestros dirigentes se muestren tan ciegos como Rompetechos a la hora de contemplar la cruz de la moneda. En sus manos tienen los recursos y se supone que la imaginación y la creatividad de sus gestores culturales, para orientar la fiesta hacia un lugar donde la imagen de Salamanca, recordemos que Patrimonio Cultural de la Humanidad, no sufra la consecuencias de lo que en manos de sus actuales organizadores se viene pareciendo mucho más a un colosal y hortera botellón plagado de suciedad y meadas fuera del tiesto que a una saludable y divertida fiesta universitaria de una ciudad de la que pretendemos sentirnos orgullosos y que siempre hemos promocionado con los adjetivos de culta y limpia.

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