Cuando Alfonso Fernández Mañueco llegó a su casa la noche electoral y se miró al espejo, antes de meterse en la cama, debió pensar: “Quien ‘siembra’ vientos recoge tempestades”. Luis Tudanca, sin embargo, tras secarse las lágrimas, vio a un Tom Cruise barbado reflejado en ... el cristal protagonizando la enésima entrega de “Misión imposible”. Inasequible al desaliento, ya amenaza con protagonizar el siguiente capítulo azuzado por su cohorte más cercana. Francisco Igea, por su parte, miró alrededor, enarcó las cejas y soltó: “Me he quedado más solo que la una”. Y Juan García-Gallardo, el más jovencito de todos, se quedó un buen rato recorriendo cada poro de su rostro mientras repetía: “cara de vicepresidente, cara de vicepresidente”.

Publicidad

Se lo había dicho hacía unos minutos el propio Santiago Abascal ante una parroquia entregada que celebraba bajo la lluvia los 13 procuradores en las elecciones de Castilla y León. “Qué cara de vicepresidente se le está poniendo a Juan García-Gallardo”, exclamó su mentor mientras lo idealizaba como símbolo de la juventud que se había visto obligada a dejar su tierra y que ahora volvía a trabajar por ella.

Y ya ejerce. Sin saborear apenas su éxito, este abogado burgalés, con aire pijito y verbo fácil, ha recalcado que quiere entrar en el Gobierno regional en coalición con el Partido Popular. Pero no a cualquier precio. Para eso, ha recordado que Mañueco concedió a Ciudadanos una vicepresidencia y tres consejerías con 12 procuradores. Y el chaval, por supuesto, no quiere ser menos.

Hasta ahí todo normal. Dicen las malas lenguas que al presidente de la Junta se le ha visto recibiendo clases de montar a caballo, porque García-Gallardo es un enamorado de la hípica, y los acuerdos a lomos de un buen corcel no se rompen tan fácilmente, ni siquiera en vísperas de Navidad.

Publicidad

El problema viene cuando se escuchan las exigencias de calado del mozo. Para empezar a hablar, el novísimo líder regional de Vox quiere que se deroguen “en el minuto uno” normativas que considera “de izquierdas”, como la ley autonómica contra la violencia de género y el decreto que regula la Memoria Histórica en Castilla y León.

Ya ha asomado la patita. Porque si estas son las principales medidas para resolver los problemas reales de Castilla y León, apañados estamos. Que me perdonen sus más de 200.000 votantes en la región, pero me ha recordado a los líderes de Podemos sin coleta y con ‘fachaleco’. Mismas ideas, pero en el otro extremo. Planteamientos que apelan al corazón y olvidan el estómago, descuidando que lo que necesitan los castellanos y leoneses es salir de esta crisis y no políticas basadas en el “se van a enterar”.

Publicidad

Ya pueden marear la perdiz todo lo que quieran. En esto de la política las matemáticas mandan (¡que se lo pregunten a Tudanca!). Y, aunque no nos guste, ahora mismo solo hay un gobierno posible, el mismo que vio Isabel Díaz Ayuso días antes de que se celebraran las elecciones y que no quiere ver su “amigo” Pablo Casado. Pero el marrón lo tiene Mañueco. Así que cuanto antes se deje de circunloquios y se siente a hablar con García-Gallardo menos tiempo perderán. Que no se engañe. Así lo han decidido los votantes. Y quizás, hasta sea bueno. Porque ya es hora de que Vox se moje y podamos ver todos si sabe gestionar una institución, si tiene personas capacitadas para ello o simplemente es un partido que vive en la demagogia barata recogiendo el descontento por las aceras.

A sus “compañeros” de la otra punta, los que nacieron en unas tiendas de campaña en la Puerta del Sol, se les ha visto el plumero en apenas unos años y ahí están sus últimos resultados electorales. Porque el pueblo no es tonto. Así veremos si el presumible próximo vicepresidente de Castilla y León tiene más fondo que sus primeras imposiciones.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad