Hale, ya está, ya hay Gobierno. Y a quien no le guste, ajo y agua. Entre otros, los del propio Gobierno- Porque, como ha dicho ... el jefe, o sea, Pedro Sánchez –por si había alguna duda- “El Gobierno hablará con varias voces pero siempre con una misma palabra”. Una advertencia que va para Podemos y donde le falto añadir: “la mía”. La palabra de Sánchez, esa que cambia según el momento, los intereses y las necesidades pero que, oye, siempre es la última. La cuarta vicepresidencia por sorpresa que le lanzó a la cara a Pablo Iglesias, debió sentarle peor que mal al líder carismático de Unidas Podemos, pero oigan, qué quieren, su vida cambiará de manera tan espectacular tras su Vicepresidencia y el Ministerio de su mujer que no es cosa de quejarse. Seguro que alguien se rasga las vestiduras por leerme una referencia respecto a la feliz pareja, pero, verán, la mitad de los españoles darían buena parte de su vida por tener esas condiciones de trabajo en su familia y encima duplicadas. Porque ya sabemos que no es solo cuestión de sueldo, sino también de dietas, de pensiones y de influencias para siempre jamás. Me alegro por ellos, fíjense. Aunque me corroa un poco la envidia, como autónoma desprotegida de toda la vida de Dios. El caso es que ya está ahí el Gobierno. En domingo, porque lo mismo da reunirse para decidir jurar o prometer cualquier día de la semana, aunque este sea festivo y eso suponga una faena para los periodistas y un plus de gasto que, oye, qué más da. Ni importa ese ni el de las Vicepresidencias multiplicadas como los panes y los peces o los Ministerios que se desgajan, cada uno con secretarios de Estado, asesorías a go-gó y todo el resto de puestos de trabajo que conllevan, que no son pocos. Por una parte está muy bien, porque así se reducen las cifras del paro; pero por la otra, por esa de que lo paguemos entre todos, pues...No sé yo si es justo que no pase lo mismo con nuestros sueldos y nos los paguen entre todos ellos.

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Los Ministros tienen buena pinta. Los ya probados y los por probar. En eso el equipo de Sánchez siempre se esmera como corresponde para que la sociedad de todo tipo -incluida la de esa derecha a cuyos representantes tanto se desprecia en el parlamente y que ocupa la mitad de España- se sienta más o menos conforme. Lo ha conseguido incluso siendo el primer Gobierno de coalición en la reciente historia democrática. Un Gobierno, además, que Sánchez no deseaba en absoluto, pero que se ha visto obligado a formar tras no recibir la suficiente confianza en las urnas. Pero Sánchez eso de pensar que lo que sucede conviene, también lo hace bien y se cree tanto el papel que le toca como si no lo hubiera negado previamente. “No hay nada más progresista que servir a España” ha asegurado el ya Presidente. Aunque hay quien duda que la mesa de diálogo prometida entre la Generalitat y el Estado suponga servir a España, salvo en el caso de que sea asada y con una manzana en la boca. En fin, ya hay Gobierno. Pero las cosas no parecen fáciles. Merece la pena que intentemos creer que, al menos, hay buena voluntad. Ojalá así sea.

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